viernes, 2 de octubre de 2009

PARENTESCO E IDEOLOGÍAS DE CONTROL SOCIAL EN EL MUNDO MEDITERRANEO TARDOANTIGUO.

No ahorres a tu hijo la corrección,Que porque le castigues con la vara no morirá.Hiriéndole con la vara libraras su alma del sepulcro.Prov. XXIII, 13-14(1)

Las similitudes entre las sociedades de ambas márgenes del mediterráneo no son objeto de recientes descubrimientos. En el siglo XIII, Ibn Jaldún planteó los rasgos comunes de estas sociedades y trató de buscar las causas de esa homogeneidad, a partir del clima (2) . En 1949, F. Braudel, en su chef-d’œuvre, señaló la influencia del medio sobre los hombres y los rasgos comunes entre las civilizaciones mediterráneas, tratándolas como miembros de un mismo sistema. El Mediterráneo estuvo unificado solo una vez en la historia, durante el Imperium Romanum. A pesar de las características de ese Imperium (que lo distinguieron de otras experiencias expansionistas de la historia (3) ), podemos observan grandes polaridades internas, como la división entre un Oriente Helenístico y un Occidente Latino (4) , pero era el seno mismo de la sociedad lo que estaba polarizado, en una dicotomía de la cual no se tenía noción de su origen y, en algunos casos, esas polaridades eran justificadas como existentes ab Urbe condita. La sociedad romana estaba plagada de este tipo de desigualdades, donde los privilegiados (hombres, ricos y ciudadanos) hacían sentir su potestas sobre los sectores inferiores (mujeres, pobres, extranjeros y sometidos) (5) , incluso la familia estaba sometida a estas divisiones tajantes. Pero no solo en la gens se pueden encontrar esos rasgos, ya que las diferencias de estatus dentro de la comunidad doméstica son perceptibles en otras sociedades del Mediterráneo: árabes (musulmanes), judíos (aún “marranos”) y griegos (ortodoxos). P. Solinas subraya las semejanzas en las estructuras familiares del Mediterráneo (6) ; J. Goody considera que tal visión es simplista y etnocéntrica (7) , destacando las particularidades y diferencias que, según él, se produjeron “en la etapa final del imperio romano ” (8) . Pero: ¿Debemos hablar de “la familia” o de “las familias”?. A pesar de que cada sociedad es especifica (9) , si se considera al Mediterráneo como un “sistema”, este presenta similitudes en sus estructuras familiares y de parentesco, pero también diferencias notables.La propuesta de la cátedra ha sido realizar un estudio comparado entre tres sociedades: la del Tardo Antico (cristiano), el caso de los Sarakatsani y los Beduinos en Egipto. El hilo conductor son las relaciones de parentesco, la ideología y las formas de disciplina y control social. En este estudio comparado no buscamos “similitudes”, estas no son el objetivo del historiador (si pueden serlo del sociólogo (10) ); la histoire comparée, tal como la enunció Marc Bloch, posee “un interés especialmente vivo por la percepción de las diferencias” (11) , para poder no solo “descubrir ‘la originalidad’ de las diferentes sociedades”, sino también, “por qué caracteres precisos se distinguen” (12) .
I. Familias Y Mujeres.
Ya hemos señalado que “la familia” del mundo mediterráneo guarda en sí una división interna muy marcada: hombres y mujeres. Esta división “natural” de genero se corporiza en una división sexual del trabajo (13) , por lo que a cada género le corresponde una tarea y un espacio determinado: “La esposa es señora dentro, el marido es señor fuera” (14) . Los hombres tenían bajo su responsabilidad el trabajo fuera del hogar, ya sea en el campo (agricultura), o en la ciudad (política, comercio, etc). Ese es un mundo vedado a las mujeres (15) y al que éstas solo podían acceder por dos caminos. El primero era el culto: Durante el S. I a.c. las mujeres en Roma podían llegar al cargo de diaconisa, como Febe, reconocida por Pablo (a pesar de su misoginia) (16) , no obstante la “mezcla” de hombres y mujeres en la misma ceremonia no era bien vista por buena parte de la sociedad romana y era uno de los alegatos de los escritores anti cristianos (17) . También es probable que fuera una de las quejas de los netzarím (18) que acusaban a Pablo de expandir una kefirah (herejía)(19) . Pero aún en esta situación las mujeres estaban separadas de los hombres (20) , podemos ver que en las sinagogas, en las mezquitas y aún hoy en parte de las iglesias de la cristiandad, las mujeres no podían (ni pueden) sentarse junto a los hombres. El segundo camino era el meretricio, donde se distinguían dos formas: estaba la hetaria, mujer educada y culta frecuentada por los honestiores, como lo fue vg. Teodora, a quien los monjes sirios llamaban “Teodora la del Burdel” (21) , pero también estaban las simples prostitutas, las porneia (22) .El mundo de la mujer (la “mujer honrada”) es el de la casa, donde tiene sus funciones productivas (proveer y preparar el alimento, agua, leña, tejido, etc) (23) y reproductivas (de los productores y del mismo sistema) (24) . Entre los beduinos, el h’aram es sagrado (25) (sobre lo que volveremos en el apartado §III), porque la mujer lo es, y su santidad está probada por la rigidez con la que maneje sus impulsos sexuales y preserve su castidad y pureza (26) .Los trabajos fuera del hogar son excepcionales, dándose solo cuando escasea la fuerza de trabajo o el tiempo (27) . Esto no nos debe conducir a la idea de que la mujer no tenía ningún rol de importancia en las sociedades que estamos estudiando, todo lo contrario (28) . Como ya dijimos, eran las responsables de la producción y reproducción del sistema y, justamente por su capacidad reproductiva, eran el camino habitual para la formación de alianzas entre grupos. El estatus de la mujer (en la comunidad y en la sociedad) depende de los hombres con los que tiene sus vínculos de parentesco. Cualquier trasgresión a una de las mujeres afectará, no solo a ellas, sino a la familia toda, así también como cualquier acto honorable de algún miembro masculino las hará subir de estatus. Por ejemplo, en el siglo IV, sabemos por Jerónimo que era práctica común de las mujeres de los honestiores jactarse de los cargos y puestos de sus esposos (29)
II. Matrimonios.
En el derecho romano la división entre mares y feminae distingue categóricamente la diferencia entre ambos sexos (30) . Los primeros son los portadores del honor y deben defenderlo, las segundas solo pueden adquirirlo a través del parto, mantenerlo o (en el peor de los casos), mancharlo (31) . Pero esta división en dos grupos, como señala Y. Thomas, no representaba “un presupuesto natural, sino [...] una norma obligatoria”(32) , una quaestio de derecho. De igual naturaleza era el matrimonio, considerado como la “coniunctio maris et faminae (33)” , definición que generó problemas por la cuestión del concubinato (repudiado, desde el origen por el Cristianismo (34) ). La mujer (que según el derecho romano era una “imbecillitas mentis(35)” ) pasaba de la tutela de su padre a la de su marido (36) y, aunque durante el Imperio, la institución de la manus disminuyó progresivamente (37) , Jerónimo (S. IV) se refiere al matrimonio como “homini subisse coniugium” (38) . La institución del matrimonio era considerada sagrada por el cristianismo, en referencia al pasaje de Mt XIX, 3-9 (39) . La carencia de fuentes que nos permitan conocer el rito matrimonial dura hasta el siglo III, donde los documentos aportan cierta luz y nos permiten saber que para esta época, ya era un sacramento y debía tener anuencia del obispo (40) . Los autores cristianos no podían prohibir el matrimonio, aunque recomendaran la castidad y la abstinencia, aunque lo describían como algo mediocre (41) , y al alumbramiento, como algo doloroso. Jerónimo dirá :“Laudo nuptias, laudo coniugium, sed quia mihi uirgines generant(42) . Una de las pruebas de la validez del matrimonio (en la sociedad romana) la constituía la dote, pero ésta solo se daba entre las familias ricas (43) y además favorecía a los matrimonios “arreglados”, lo que contrariaba a la doctrina cristiana (44) . Para salvar esta situación, Justiniano (S. VI) estableció en su Codex, que los matrimonios no podían contraerse “por disposiciones sobre dotes, sino por afecto” (45) . Esto generó problemas para la validación de los matrimonios y la legitimidad de los hijos. Para solucionar esto, se volvió atrás: la dote sería condición sine qua non para el matrimonio. Ahora había un nuevo problema: los pobres no podían afrontar tal obligación, ergo no podían contraer nupcias, caían en concubinato, en pecado. Esto llevó a que Justiniano volviera a modificar la ley estableciendo que “los ciudadanos de las más altas posiciones sociales solo podrían contraer matrimonio por medio de acuerdos dotales estrictos”, lo que no se exigía a los pobres (46) . Otro problema que se debió enfrentar fue el de las segundas nupcias, que engloba el del divorcio y el del matrimonio después de la viudez. Jesús trató el tema del divorcio en los consabidos pasajes de Mt V, 31 y XIX, 3-9, repudiándolo en su interpretación de Dt XXIV, 1 (47) . En la sociedad romana el divorcio era lícito y rápido (48) , empero para el S. II ya existía una tendencia contraria al divorcio, que se mezclará con las enseñanzas cristianas de la época (49) . El cristianismo prohibió el divorcio, sin embargo, este siguió practicándose, aún en el S. VI, como lo demuestran las sucesivas leyes de Justiniano que, si bien aumentaban las restricciones al divorcio, no consideraban al vinculo matrimonial ni indisoluble ni un sacramento (50) . Aunque en 556 se abolió el divorcio consensual, esta medida no tuvo mucho tiempo de vigencia y el sucesor de Justiniano, Justino II volvió a la vieja práctica (51) . En cuanto a la viudez, se criticaba la idea de contraer nuevos lazos matrimoniales (52) , lo ideal era ingresar a la comunidad religiosa, pero de ello nos ocuparemos en el siguiente apartado.Analicemos ahora a los Sarakatsani grupo de pastores trashumantes griego. Lo primero que se observa, en contraposición con la sociedad del Tardo Antico, es que tanto en los Sarakatsani como en los beduinos, nos encontramos con sociedades en las que, frente a un medio desfavorable, los vínculos familiares tienden a estrecharse y los vínculos de parentesco a fortalecerse en pro de la protección contra el medio y contra los otros. Los Sarakatsani, en consecuencia, se relacionan con los grupos exteriores a la familia de forma abiertamente hostil (53) , tratando de evitar de todas las formas posibles el sometimiento del grupo familiar frente a otros, de allí la vigilancia de la territorialidad (54) , por esto, el jefe de la familia en tanto más cantidad de hijos (varones) posea, tiene mayores posibilidades de resguardo y venganza ante un ataque cualquiera porque, a fin de cuentas, la familia es “una especie de isla social (55)” . J. Campbell señala que este grupo trashumante divide su mundo social en tres grupos: parientes de sangre, parientes políticos y extraños, y con cada grupo mantiene relaciones que van de lo mas cálido (interior) a lo mas frío (exterior) (56) . En efecto “la estructura social [...] clasifica a las personas masculinas conocidas y dicta las reglas mediante las cuales pueden triunfar unas sobre otras y cooperar unas con otras” (57) . Para esta sociedad la familia está definida por los vínculos de sangre, el matrimonio es la mezcla de la sangre de los esponsales (58) , pero también es el reflejo de una institución ideal tomada de la familia del Padre, María y Cristo, por lo que deben imperar la paz y la cordialidad dentro del hogar familiar (59) . En caso contrario se estaría cometiendo un grave pecado (símbolo de la intromisión del Diablo (60) ), interrumpiéndose la necesaria comunicación y protección de Dios, de la que la familia depende (6) .El polo opuesto a esta organización es la de los beduinos de Egipto, estudiados por A. Zeid Abou. Aquí, ante la inseguridad del medio, los hombres responden estrechando los lazos de parentesco y hospitalidad: es el imperio de la familia extensa, del grupo agnaticio y la asabiya (62) . Mientras que los Sarakatsani poseen una estructura familiar nuclear, y los beduinos una extensa (63) , es de notar que en ambos casos la prole numerosa no solo es motivo de orgullo, sino también de seguridad (64) . En este tipo de sociedad trashumante no existe la noción de propiedad de la tierra y la idea de propiedad queda restringida a la posesión de ganado (65) , por lo cual un hombre dueño de un gran numero de animales posee mayor prestigio ante la comunidad toda, tornándose en “juez” y dador de “hospitalidad” (66) , lo que le permitirá formar lazos clientelares para una posterior defensa de sus bienes y su honor. Los beduinos son netamente endogámicos, la endogamia les permite no solo conservar las propiedades dentro del grupo (se evita que la dote vaya a otra tribu), sino también preservar el honor para el grupo. Las mujeres salen del grupo solo para forjar alianzas con clanes más poderosos. A mayor poder del clan, mayor será la recepción de mujeres (67) . Los clanes poderosos son los más endogámicos: reciben mujeres, pero no las ceden, y estas mujeres que reciben no son esposas, sino concubinas. La familia es el orgullo del beduino, como también lo es su ganado (68) . A diferencia de los Sarakatsani, donde el otro es mirado con desconfianza, entre los beduinos existe un gran respeto por la hospitalidad y el asilo, lo que hace que ambas se conviertan en una obligación moral que emana de la tradición, por lo que un ataque a un protegido es considerado un ataque a todo el beit (69) .
III. Honor, Pudor y Fe.
El “mundo de la carne” está asociado en la mentalidad cristiana, tanto antigua, como ortodoxa, con el pecado. En la literatura paulista es un tema recurrente, ya que en aquella época se tendía a luchar contra movimientos hedonistas como el de los nicolaitas (70) . A pesar de sus relaciones tenues con la iglesia ortodoxa (71) los Sarakatsani admiran (y en ningún caso es objeto de burla) la virginidad, tanto en los hombres como en las mujeres, más aún, el joven fuerte y virgen es un ideal (72) . La renuncia a los placeres del mundo, para el Cristianismo del Tardo Antico, era la forma de interpretar el nada sencillo pasaje de Mt XVI, 24-25. Pero, versículos antes, era observable la idea de los “dos caminos”, el del bien y el del mal, “ el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte.” (73) . Esta teología de los dos caminos podría encuadrarse perfectamente en la teoría de la sencillez de corazón imperante en la Antigüedad Tardía, (por el estoicismo), y será uno de los elementos que hará más asimilable al cristianismo para la sociedad de la época. La dureza de la postura de la patrística generó protestas dentro de las mismas congregaciones (74) , muchos abandonaron el ascetismo (como Tiberiano) y volvieron a su vida anterior (75) . Así pues, el pedido de renuncia de lo mundano y a “cargar la propia cruz” implicaba (según Jerónimo) dejar todo atrás, abandonar incluso a los padres, como lo hicieron los hijos de Zebedeo (76) , ejemplo que él siguió (77) . El “mundo de la carne” es el de la perdición, el que lleva a un abismo al que siempre se está al borde de caer (78) . Al abandonar ese mundo, el individuo no debe “mirar a atrás”, ni pensar en lo que pierde, y mucho menos desearlo. Jerónimo (con una prosa e ingenio inigualables) utiliza como comparación la historia de la destrucción de Sodoma, la ciudad viciosa extinguida por la ira de Yahvé: si Eustoquia mira hacia atrás, su castigo, su pena, será peor que el de la esposa de Lot (79) . El primer elemento para la construcción de los lazos de parentesco espirituales es, la renuncia a los lazos de parentesco reales.Para acceder a la vida contemplativa, primero hay que atravesar las etapas de “purificación”, “mortificando la carne”, para lo cual (a diferencia de los nicolaitas), Jerónimo aconseja el rigor del ayuno, no solo para domesticar al cuerpo, sino a la mente (80) , aunque sigue el mandato de Mt VI, 16-18 (81) : no debe mostrar a los demás su piedad, sino practicarla en secreto, para lo cual la mejor manera es apartarse completamente del mundo e ir al desierto como los anacoretas que “in carne non carnis”, que renuncian a todo, incluso al mismo paraíso (82) .En el desierto o en el monasterio, apartándose de la sociedad, lo que se busca es la unión con Dios tras la “purificación [...] del espíritu” , todo lo carnal ha sido extirpado hasta el punto que “su conversación intima no es ya consigo mismo, sino con Dios, y las palabras del evangelio le suenan de continuo en los oídos y en la mente” , es ahí donde puede decirse “nostra conversatio in cœlis est” “Nuestra conversación está en el cielo” .Además de estos ideales de “pureza del espíritu” profesados por la Iglesia católica, los cuales alegan que el deseo sexual puede “perturbar” el alma y hacer que los hombres se alejen de Dios (agregando también que el matrimonio hace casi imposible la meditación), aparece una razón diferente para volcarse al celibato y a la virginidad, que va más allá de la decisión de formar parte del servicio divino o del respeto a la doctrina cristiana. Esa razón es puramente material, y se relaciona con el mantenimiento de los bienes y la herencia de una familia. Como señala A. Rouselle, para un mundo romano en el siglo IV “en el que las hijas eran casadas por sus padres, ¿qué mujer podía escoger realmente la virginidad?”(86) . Esto muestra que las presiones económicas que estaban detrás de las mujeres hacían que sólo las huérfanas pudieran optar por la virginidad. En gran medida, las mujeres que adoptaban el celibato o la virginidad lo hacían para poder escapar del poder de sus déspotas maridos o padres, que tenían todo el poder sobre ellas y sobre sus bienes. “Es la libertad de movimientos y la libertad de disponer de sus propios bienes lo que ha convertido a las mujeres del derecho romano en siervas tan eficaces de los predicadores de la nueva religión.”(87) . A. Rouselle destaca también que las zonas de mayor éxodo hacia los monasterios eran aquellas en las cuales había familias numerosas, y a esto lo relaciona con la contracepción y los infanticidios, que en esa época eran medios para no dividir la herencia, y no para mejorar la vida de la mujer (88) .
En los Sarakatsani, la sociedad crea un modelo ideal de “hombre honorable” (89) que se encuentra enlazada con el “amor propio”, la exigencia por alcanzar ese ideal es tan fuerte que cada individuo se esfuerza por alcanzarlo a toda costa. A pesar de que, lógicamente, los individuos (en especial los hombres) tratan de no “manchar” el honor del grupo, se busca siempre acrecentar el honor personal, lo que el hombre hace, lo hace “preocupado por la pureza de sus propios motivos, que redunda sólo incidentalmente en beneficio de otros” (90) . Mientras que en la sociedad del Tardo Antico las mujeres podían conservar y mantener el honor, al igual que los hombres, estos tenían además la facultad de adquirirlo, en cambio, entre los Sarakatsani el grupo puede tener una conducta que conduzca a la perdida del honor, pero no pueden hacer nada para ganarlo, los únicos que pueden engrosarlo y sostenerlo firmemente son los hombres, en especial el jefe del grupo.Según la tesis de Aymard, los pobres y los ricos tienen honor en igual proporción, pero los pobres le dan más valor por ser lo único que les queda (91) . Sin embargo las fuentes con las que hemos trabajado demuestran que no solo el rico cree que tiene más honor que el pobre sino además cree que es el único que lo tiene. El concepto de honor en las tres sociedades es subjetivo e individual y generalmente se ve asociado a la riqueza y a la virilidad. Mujer, hijo, casa, familia, son posesiones que el hombre utiliza para mostrar y convalidar su honor y estatus. Para el caso de los beduinos de Egipto, un hombre honorable es aquel que cumple las prescripciones coránicas: honestidad, justicia, veracidad, resistencia a la opresión de otro, y sobre todo, la hospitalidad, como ya señalamos supra. Mientras, el caso de los Sarakatsani es diferente. La institución religiosa es débil, por lo que el temor a los actos que el demonio pueda provocar en sus vecinos los lleva a actuar con hostilidad frente a ellos, la violencia se convierte de esta manera en una contra - violencia, utilizada como medida defensiva.

Los pasos del “parentesco espiritual” del cristianismo del siglo IV-V:
1. Renuncia a los vínculos con la familia natural.2. Retiro a un lugar apartado, a fin de que el espíritu no sea“perturbado” por el “ruido del mundo”. a. Mortificación y purificación.i. Búsqueda del silencio.ii. Renuncia a las relaciones sexuales: Virginidad. Abstinencia sexual (viudas y “conversos”, ej. S. Agustín).iii. Ayunos:. de alimentos naturales.. de alimentos intelectuales (lecturas profanas, artes, etc).
3. Ruptura con la “carne” y entrada al “mundo espiritual” (nostra conversatio est in coeli est).a. Vida contemplativa.i. Nuevo alimento “espiritual”. ?. “cuerpo de cristo”. ?. lecturas de los textos sagrados.4. Formación de nuevos vínculos de parentesco con otros miembros de la comunidad religiosa (“hermanos en el señor”)5. Obediencia a la autoridad religiosa, que es reflejo de la autoridad divina, para la que se trabaja y se vive.
Una vez en 5 el individuo vuelve a 2, es decir, en ningún momento abandona las acciones de los niveles anteriores, cada nivel es una agregación.

Conclusión
En el complejo mundo mediterráneo, (posiblemente aún más que en otras partes del mundo, por la gran cantidad de culturas diferentes que han convivido durante siglos en un espacio reducido) las diferentes sociedades han adoptado prácticas sociales, económicas y religiosas específicas para diferenciarse entre sí. Estas prácticas han inundado por completo la vida de estos grupos y por eso lograron resistir los intentos de unificación por parte de grandes imperios en la antigüedad, perpetuándose hasta nuestros días.A pesar de la innegable influencia mutua entre esas sociedades, hubo un rasgo distintivo que pudo ser mantenido; las estructuras y relaciones de parentesco. Estas relaciones son parte de la vida diaria de las comunidades, en realidad son la vida de las comunidades, ya que el papel que interpreta el parentesco dentro de una sociedad define la forma de vida de ese grupo. El parentesco articula las relaciones entre los diversos grupos dentro de una sociedad, desarrollando alianzas u hostilidades; influye en los modos de producción y las relaciones económicas dentro del grupo y en conexión con otros grupos, definiendo roles, jerarquías y, en especial, formas de dominación y control. Dentro del entramado social, el parentesco trabaja junto a otro importante factor, la religión. Las prácticas religiosas (en el caso que estamos estudiando las relacionadas al Cristianismo y al Islam) dan forma (junto con el parentesco como ya dijimos) a la tradición, a las costumbres, a las formas de relacionarse con los demás. Esto se logra a través de dos importantes variables que componen el núcleo, tanto del parentesco como de la religión, estas variables son: el honor y el pudor.El honor y el pudor se vinculan moldeando la forma en la que los individuos se acercan a la religión, la forma en la que la practican y viven su vida en función de ella; dictan las normas de conducta para los miembros del grupo, estableciéndose, principalmente, como herramientas para la obtención (y mantenimiento) de riquezas, prestigio y estatus, siendo tomados por el grupo social como normas de conducta para relacionarse entre sí y, en especial, para oponerse e imponerse a los demás.




Bibliografía


• A no ser que se indique lo contrario citamos según Nácar Fuster, E., y Colunga, A., Sagrada Biblia, Madrid, Católica-BAC, 1965, [“BAC”], para la Vulgata utilizamos las siglas “Vgt”. Para las citas del Nuevo Test. utilizamos cualquiera de las dos primeras indicadas arriba, salvo para Mateo, que utilizaremos la versión hebrea de Mateo (la “DuTillet” , Manuscr. Heb. Nº 132, Biblioteque Nationale, París), traducida y analizada en Trimm, J., Besorat Matay. La buena nueva según Mateo de un antiguo manuscrito hebreo, Hebrew New Testament Research Institute, [Trad. J. Alvarez, en ESOR (GHESC)].• Annequin, J., Clavel-Lévêque, M., y Favory, F., “Presentación”, en AA.VV., Formas de explotación de trabajo y relaciones sociales en la antigüedad clásica, Madrid, Akal, 1979.• Aymard, M., “Espacios”, en Braudel, F., El mediterráneo, el espacio y la historia, Madrid, FCE, 1992.• Bloch, M., “Por una historia comparada de las sociedades europeas”, en Godoy, G., y Hourcade, E. (comp.), Marc Bloch. Una historia viva, Lanús Oeste, CEAL, 1992.• Bobbio, N, y Mattieucci, Diccionario de política, México, Siglo XXI, 1986, [Art. “Imperio”.]• Brown, P., “La nueva antropología”, en “La Antigüedad tardía”, en Ariês, P., Duby, G., Historia de la vida privada, Madrid, Taurus, 1987.• Brown, P., El cuerpo y la sociedad. Op., cit.• Didache (la doctrina de los doce apóstoles)...” I, 3, p., 2. en ESOR (GHESC)• Duby, G., Los ideales del mundo mediterráneo (S. III-VIII), México, Siglo XXI, 1984.• Duverger, M, "Le concept d’empire",en Ibid, (ed.) Le concept d’empire, Paris, PUF, 1980.• Eusebio, Hist. Ecl. III, 25, 4, en ESOR (GHESC)• Goody, J., La evolución de la familia y del matrimonio en Europa, Barcelona, Herder, 1986.• Ibn Jaldún, Introducción a la Historia Universal. Al-Muqaddimah, FCE, México, 1977• Jerónimo, Epístolas, "Carta a Eustoquia", XXII.• Llorca, B., Historia de la Iglesia Católica, (Vol. I), Madrid, Católica-BAC, 1976. • Meillassoux, C., Mujeres, graneros y capitales, México, Siglo XXI, 1989.• Minucio Félix, Octavio, Selec. de cátedra. • Mt V, 31; Mc X, 1-12; Lc XVI, 18; I Cor VII,3-16; Ef V, 25-33 [Usamos BAC y Vgt]. • Pitt-Rivers, J., Antropología del honor o política de los sexos..., Barcelona, Critica, 1979.• Rouselle, A., “Porneia” del dominio del cuerpo a la privación sensorial, Barcelona, Península, 1989.• Santos Otero, A., “Fragmentos del Evangelio según los hebreos...”, p., 7. en ESOR (GHESC.)• Solinas, P., “La familia”, en Braudel, F., y Duby, G. (comp.), El Mediterráneo. Los hombres y su herencia, México, FCE, 1989.• Thomas, Y., "La división de los sexos en el derecho romano", en Duby, G., Perrot, Historia de las mujeres en Occidente, (Vol I). La Antigüedad: modelos femeninos, Madrid, Taurus, 1993.• Weber, M., Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, México, FCE, 1944.• Zeid Abou, A., “Honor y vergüenza entre los beduinos de Egipto”, en Peristiany, J., El concepto de honor en la sociedad mediterránea, Barcelona, Labor, 1968.

NOTAS: 1 Prov. XXIII, 13-14. A no ser que se indique lo contrario citamos según Nácar Fuster, E., y Colunga, A., Sagrada Biblia, Madrid, Católica-BAC, 1965, [“BAC”], para la Vulgata utilizamos las siglas “Vgt”. Para las citas del Nuevo Test. utilizamos cualquiera de las dos primeras indicadas arriba, salvo para Mateo, que utilizaremos la versión hebrea de Mateo (la “DuTillet” , Manuscr. Heb. Nº 132, Biblioteque Nationale, París), traducida y analizada en Trimm, 3J., Besorat Matay. La buena nueva según Mateo de un antiguo manuscrito hebreo, Hebrew New Testament Research Institute, [Trad. J. Alvarez, en ESOR (GHESC)]. 2 Ibn Jaldún, Introducción a la Historia Universal. Al-Muqaddimah, FCE, México, 1977, I, p., 204. 3 Bobbio, N, y Mattieucci, Diccionario de política, México, Siglo XXI, 1986, [Art. “Imperio”.]; Cf. Duverger, M, "Le concept d’empire",en Ibid, (ed.) Le concept d’empire, Paris, PUF, 1980, p. 5-23. 4 Duby, G., Los ideales del mundo mediterráneo (S. III-VIII), México, Siglo XXI, 1984, p., 17-18. 5 Duby, G., Los ideales... op., cit., p., 16. 6 Solinas, P., “La familia”, en Braudel, F., y Duby, G. (comp.), El Mediterráneo. Los hombres y su herencia, México, FCE, 1989, p., 69. 7 Goody, J., La evolución de la familia y del matrimonio en Europa, Barcelona, Herder, 1986, p., 24. 8 Goody, J., La evolución... op., cit., p., 28. 9 Annequin, J., Clavel-Lévêque, M., y Favory, F., “Presentación”, en AA.VV., Formas de explotación de trabajo y relaciones sociales en la antigüedad clásica, Madrid, Akal, 1979, p., 5-6. 10 Ver Weber, M., Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, México, FCE, 1944, p., 23. 11 Bloch, M., “Por una historia comparada de las sociedades europeas”, en Godoy, G., y Hourcade, E. (comp.), Marc Bloch. Una historia viva, Lanús Oeste, CEAL, 1992, p., 76. 12 Ibid, p., 76-77. 13 Meillassoux, C., Mujeres, graneros y capitales, México, Siglo XXI, 1989, p., 17-18. 14 Pitt-Rivers, J., Antropología del honor o política de los sexos..., Barcelona, Critica, 1979. 15 Aymard, M., “Espacios”, en Braudel, F., El mediterráneo, el espacio y la historia, Madrid, FCE, 1992, p., 190-191 16 Rom XVI, 1. En la lista de personas a saludar hay varias mujeres. 17 “ [...] se da entre ellos la extraña mezcolanza de religión, y de desenfreno y promiscuamente se dan el nombre de hermanos y hermanas [...]. Se juntan todos a comer con todos sus hijos, hermanas y madres, hombres de todo sexo y edad. Allí, después de bien hartos, cuando los convidados entran en calor y el hervor de la embriaguez encendió la pasión incestuosa [...]. Minucio Félix, Octavio, Selec. de cátedra. Ver Brown, P., “La nueva antropología”, en “La Antigüedad tardía”, en Ariês, P., Duby, G., Historia de la vida privada, Madrid, Taurus, 1987, p., 259. 18 Utilizamos el termino hebreo netzarím, es decir “nazarenos”, para referirnos a la secta judía (kat en heb. que no tiene el mismo significado que el griego hairesis; kat significa interpretación de la Torâh) que creía que Jesús era el Mashiaj, ver Act XXIV,5. Cf. Act IX,2 y XXII,4. Los netzarim no deben confundirse con los ebionitas, como lo hace Llorca, B., Historia de la Iglesia Católica, (Vol. I), Madrid, Católica-BAC, 1976, p., 234. 19 Kefiráh es la negación de los principios de la Torâh, quien incurre en ella se denomina Kofer baTorah. Nótese las aclaraciones de Jesús en Mt V, 17. “También creían que se habían de rechazar definitivamente las Epístolas del apóstol Pablo, al que llamaron apóstata de la Ley [...]”, Eusebio, Hist. Ecl. III, 25, 4, en ESOR (GHESC); Teodoreto Cirense dice: “Los nazarenos [...] llaman apóstata al Apóstol [Pablo]”. (Haeret. Fabul. Comp. II 1), Santos Otero, A., “Fragmentos del Evangelio según los hebreos...”, p., 7. en ESOR (GHESC.) 20 Pitt-Rivers, J., op., cit., p., 192. 21 Brown, P., El cuerpo y la sociedad, p., 576. 22 Ver por ejemplo Gen 38, 14ss. 23 Aymard, M., op., cit., p., 189 24 Meillassoux, C., Mujeres, graneros y capitales, México, Siglo XXI, 1989, p., 9. 25 Zeid Abou, A., “Honor y vergüenza entre los beduinos de Egipto”, en Peristiany, J., El concepto de honor en la sociedad mediterránea, Barcelona, Labor, 1968, p., 233. 26 Ibid, p., 233. 27 Aymard, M., op., cit., p., 190. 28 “Matrimonio” significa oficio de madre. El nombre de la 1ª mujer en hebreo es Java (dadora de vida). 29 Jerónimo, op., cit, XXII, 16, p., 171. 30 Thomas, Y., "La división de los sexos en el derecho romano", en Duby, G., Perrot, Historia de las mujeres en Occidente, (Vol I). La Antigüedad: modelos femeninos, Madrid, Taurus, 1993, p., 115. 31 Ibid, p., 120. Cf. Brown, P., “El elitismo pagano”, en “La Antigüedad tardía”, op., cit., p., 242. 32 Thomas, Y., op., cit., p., 117. 33 Tomas, Y., op., cit., p., 118. 34 “Didache (la doctrina de los doce apóstoles)...” I, 3, p., 2. en ESOR (GHESC) 35 Tomas, Y., op., cit., p., 115. 36 Ibid, p., 128. 37 Ibid, p., 167-169. 38 Jerónimo, Epístolas, "Carta a Eustoquia", XXII, 6, p., 162. 39 Cf. Mt V, 31; Mc X, 1-12; Lc XVI, 18; I Cor VII,3-16; Ef V, 25-33 [Usamos BAC y Vgt]. 40 Llorca, B., op., cit., p., 290. 41 Rouselle, A., “Porneia” del dominio del cuerpo a la privación sensorial, Barcelona, Península, 1989, p., 161. 42 Jerónimo, Epístolas, "Carta a Eustoquia", XXII, 20, p., 177. 43 Tomas, Y., op., cit., p., 131. 44 Hasta tal punto que el Papa Calixto I (217-222) había autorizado la celebración de matrimonios entre libres y esclavos. Llorca, B., op., cit., p., 290. 45 Brundaje,J., op., cit., p., 124. 46 Brundaje, J., op., cit., p., 125. 47 “Si un hombre toma una mujer y llega a ser su marido, y esta luego no le agrada, porque ha notado algo torpe, le escribirá el libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano, la mandará a su casa” [BAC]. Cf. Vgt: “[...] y después de haber cohabitado con ella, viniere á ser mal vista de él por algún vicio notable [...], y la despedirá de su casa”. Sobre este pasaje se oponían las dos escuelas en las que se dividían los perushim (fariseos): la escuela de Shamai (basada en la guevuráh o severidad) enseñaba que el divorcio era valido si la mujer era infiel; por otra parte, la de Hillel (del jésed o misericordia), que era válido por cualquier motivo (v.g., quemar la comida). Zohar, Ra'aya Meheimna 3:245. 48 Brown, P., “El elitismo...” op., cit., p., 242. 49 Brown, P., “La nueva...”, op., cit., p., 258-259. 50 Brundaje, J., op., cit., p., 125. 51 Ibid, p., 126-127. 52 Brown, P., “La nueva...”, op., cit., p., 259. 53 Campbell, J., “El honor y el Diablo”, en Peristiany, op., cit., p., 128-129. 54 Ibid, p., 129. 55 Cf. Ibid, p., 129, 56 Ibid, p., 128. 57 Rivers, p., 179. 58 Campbell, J., op., cit., p., 130, Cf. Gen II, 24. 59 Ibid, p., 140. 60 Ibid, p., 154. 61 Ibid, p., 141, ver también p., 139. 62 Ibid, p., 231. 63 Ibid, p., 232-233. 64 Campbell, J., op., cit., p., 129; Ibid, p., 231 65 Zeid Abou, A., op., cit., p., 229. 66 Ibid, p., 230. 67 Guillard, p., 81. La opulencia y la cantidad de mujeres va asociada desde antiguo, según la Biblia, en el relato ahistórico de Salomón, se dice que este tuvo más de 700 esposas y más de 300 concubinas, ver I Re XI, 3. 68 Zeid Abou, A., op., cit., p., 229. 69 Ibid, p., 234 70 En los primeros tiempos de la cristiandad en el Oriente Helenístico había surgido una secta, la de los nicolaitas, seguidores de Nicolás, prosélito del judaísmo nombrado diacono por los Apóstoles en Act 6,5. Este grupo, so color de maltratar la carne, se entregaban a todo tipo de practicas sexuales, y contra quines destilaba su acerada pluma el autor del Apocalipsis, como por ejemplo en Apoc II, 15 y II, 20-23. 71 Campbell, J., op., cit., p., 138 72 Ibid, p., 134. 73 Didaché, op., cit., I, 1, p., 1. Cf. Mt VI, 24, (DuT); Cf Vgt y BAC con DuT. 74Brown, El Cuerpo, op., cit., p., 574-575. 75 Ibid, p., 575. 76 Jerónimo, op., cit, XXII, 21, p., 179. 77 Ibid, XXII, 30, p., 191. 78 “Caro fragilis et cinis futura post modicum pugnat sola cum pluribus”, Jerónimo, op., cit., XXII, 3, p., 159. 79 Ibid, XXII, 1, p., 157-158. 80 Ibid, XXII, 7, p., 163-164 81 “Cuando ayunen, no hagan como los hipócritas, que ponen cara triste y cambian de semblante para demostrar a la vista de los hombres que están ayunando. En verdad les digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no demuestres a la gente que estás ayunando, sino a tu Padre que está en lo secreto, quien te recompensará en público”. 82 Jerónimo, XXII, 36, p., 200. 83 Garrigou-Lagrange, op., cit., p., 999. 84 Ibid, p., 1000. 85 Filp III, 20. 86 Rouselle, A., op., cit., p. 219. 87 Ibid. p. 209. 88 Ver Ibid. p. 226. 89 Campbell, op., cit., 135. 90 Ibid. p. 137. 91 Aymard, M., op., cit., p. 193.


AUTORES: Ferreyra, Lía Vanesa. Greco Alejandro. Amado Raúl Oscar. Tomassini Emilio Javier.

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