miércoles, 19 de agosto de 2009

El avance del liberalismo en México y Brasil.

“He defendido durante cuarenta años el mismo principio:
La libertad en todo, en religión, en literatura, en filosofía,
en industria, en política; y por libertad entiendo el triunfo
de la individualidad, tanto sobre la autoridad que pretenda
gobernar mediante el despotismo, como sobre las masas
que reclaman el derecho de sojuzgar a la minoría”


Benjamin Constant de Rebecque

Cuando hablamos de liberalismo, no debemos perder de vista el sentido polisémico del concepto. La definición de liberalismo que nos da Constant es propia del siglo XVIII, donde el liberalismo es considerado como una totalidad. Sin embargo el liberalismo del siglo XIX (y de principios del siglo XX) aparece fragmentado en tres vertientes no excluyentes la una de la otra; el liberalismo intelectual se caracteriza por el espíritu de tolerancia y de conciliación para con los disidentes. El liberalismo político se opone al despotismo, pugnará por un gobierno representativo y democrático. Por último el liberalismo económico se apoya sobre dos principios; la riqueza y la propiedad. Es partidario de la no intervención estatal en la economía y es el fundamento de la doctrina capitalista. (1)
Es en base a este último tipo de liberalismo que podemos "etiquetar", tanto al gobierno de don Porfirio Díaz como a la república instaurada en el Brasil a partir de 1889, como auténticamente liberales. Pero debe quedar bien en claro a que tipo de liberalismo nos referimos. Ambos gobiernos eran liberales sólo en la faceta económica del concepto, se trataba de regímenes oligárquicos, con poca o nula participación popular y no se destacaban precisamente por su tolerancia para con los disidentes (sobre todo en el caso brasileño). Estos regímenes levantaban las banderas de “orden y progreso”

El caso de México.

Ya desde los tiempos de la denominada Reforma se venían insinuando medidas de carácter liberal. (2) Pero no es hasta después de la caída del imperio, y bajo el gobierno de Porfirio Díaz, cuando el carácter de la economía comienza a tornarse claramente capitalista (3) (ergo, liberal). Corresponden al período algunas medidas que nacionalizaron los bienes del clero y se apropiaron (no sin resistencia) de las tierras comunales indígenas en pos del “progreso”. Se comenzaron a construir líneas férreas que agilizaran el comercio con los Estados Unidos. También se intentó controlar a la población rural mediante la aplicación de leyes contra la vagancia junto con la creación de una policía federal y de unas milicias rurales para controlar esas zonas, finalmente, aumentó notablemente el comercio exterior. (4) Además durante el gobierno de Porfirio Díaz se fortaleció el ejército, llegaron al país capitales extranjeros (principalmente de los Estados Unidos), se dio la estabilidad política necesaria para la prosperidad de dichos inversores norteamericanos (5) . Todo esto amplió notablemente la diferencia entre ricos y pobres. Como ya dijimos anteriormente, el régimen de Díaz se caracterizó por ser autoritario en lo social imponiendo una “tiranía honrada”, y un progresismo autoritario en lo económico (6) . Utilizando la represión sistemáticamente para la pacificación de huelgas y desordenes (7) . Políticamente presidió un régimen ultra personalista y altamente oligárquico, periódicamente promovía enmiendas en la constitución de su país para poder, "legalmente", ser reelegido como presidente una y otra vez. (8)
Pero en 1910, dentro de las filas del propio partido del ya anciano presidente Díaz (el Partido Liberal), surge la figura de Francisco Madero que se opone a la reelección del hasta entonces presidente. Pero Madero es ideológicamente, aunque parezca paradójico, no muy diferente a Díaz en cuanto a su política económica. Madero se acercaría pues a lo que podríamos considerar como un liberal "auténtico" debido a sus ideas democratizadoras, antítesis absoluta de su antecesor en cuanto la política. (9)
Sin proponérselo, es el mismo Madero quien enciende la mecha dentro del polvorín que estallaría en la verdadera “crisis” del sistema liberal. Desde el gobierno de Cárdenas aproximadamente, cuando la beligerancia entre las facciones de la revolución mexicana se aplacaron, es cuando los gobiernos emanados de ella comienzan aplicar políticas denominadas genéricamente como "nacional populistas"; tales como la reforma agraria recurriendo al ejido (no la propiedad privada) (10) . Estos gobiernos nacionales populistas o Bonapartistas como se los ha llamado, son la adaptación a las coyunturas mexicanas de un proceso de reacomodación económica, política y social que se dio en varios países de América Latina después de la crisis económica mundial de 1930. Los ejemplos más claros son gobiernos de Vargas en Brasil y de Perón en la Argentina.
Entonces, más que de crisis podemos hablar de readaptación de los modelos liberales en América Latina. Esta readaptación se llevará a cabo ampliando las libertades políticas de las clases populares, como sostenía el propio Madero. Pero luego de él, todo aspirante a líder político debería adoptar una postura a favor de los obreros y de los campesinos. Madero carecía del carisma típico de los líderes populistas del período. Esto es lo que diferencia a Madero de los demás gobiernos revolucionarios que le siguieron; para este liberal, medidas tales como la reforma agraria solo cabían de “relleno” en su plan de San Luis.
En teoría los sindicatos gozaban de autonomía, pero ya para el gobierno de Alemán, con la institucionalización de la revolución, estamos en presencia de un partido oficial totalmente dominante y hegemónico (11) . Es de notar que el partido político surgido luego de la revolución, permanecería, ininterrumpidamente en el poder, ¡nada menos que hasta el año 2000!
En suma, 1910 marcó un punto de ruptura. Pasando de un gobierno sumamente aristocrático a uno de corte popular. Y si bien se atendieron las demandas de los campesinos y los obreros, podemos decir que la economía se revolucionó bastante menos que la política y nunca (la economía) dejo de ser capitalista. Y si los gobiernos mencionados fueron tachados de comunistas, se debe a que toda medida de carácter populista o que se aparte de la ortodoxia ultra conservadora del modelo capitalista se miraba con desconfianza desde Washington. O también a que su retórica contra los "gringos" que, a pesar de la real expropiación de las empresas petroleras, sirvió también como un importante arma demagógica para con el pueblo. Pero paralelamente dio letra a los detractores del gobierno. También los gobiernos mexicanos saludaron con cierta simpatía los movimientos revolucionarios cubanos (12) que, a partir de 1960, tendieron fuertemente al socialismo Pero en sentido estricto, como ya hemos demostrado, estos regímenes no se parecían casi nada al auténtico comunismo. Aunque se han mostrado simpatizantes de él.

El caso de Brasil.

El período republicano que comienza Brasil en 1889 encaja bastante bien dentro del contexto latinoamericano. Tal republicanismo, en sus comienzos, es casi sinónimo de pedidos de autonomía regional (13) . Aún más si tenemos en cuenta que desde la época colonial una monarquía centralizada gobernó el país.
Esta primera república estaba encabezada por un presidente que era elegido directamente (14) por todos los ciudadanos varones alfabetizados, lo que equivalía a menos de un 6% de la población total hacia 1930 (15) . Se impuso también un poder legislativo bicameral que sería elegido de la misma manera que el presidente, es decir directamente con el voto de varones alfabetizados. Se dictó una constitución intentando imitar los principios federalistas de la constitución de los Estados Unidos de Norteamérica. (16) También se produjo la separación de la Iglesia con respecto al Estado. Sin embargo ni la abolición de la esclavitud (una de las últimas medidas de gobierno de la monarquía) ni la instauración de la república, trajeron transformaciones estructurales al conjunto de Brasil. Aunque debemos destacar que a simple vista, esta republica, cumplía los preceptos fundamentales del liberalismo enunciados en la introducción de este trabajo. Pero en la práctica, el escaso número de votantes era manipulado en las zonas rurales por el caciquismo rural (el llamado ‘coronelismo’), esto prácticamente neutralizaba el voto urbano de clase media (17) . Por otro lado, políticamente el gobierno estaba conducido por una reducida aristocracia de latifundistas, a los cuales se sumó la élite industrial paulatinamente. La mayoría de esta aristocracia estaba compuesta por gente blanca.
Por otro lado, la economía, dependía (como siempre) de la oscilación de los precios de los productos que exportaba Brasil (azúcar, café y caucho). Sin embargo cabe destacar que hacia 1890 la industria recibió cierto apoyo estatal aumentando las tasas arancelarias a los productos extranjeros que competían con ella. Se trató principalmente de industrias textiles y de alimentos.
En lo social, se tomaron insignificantes medidas de bienestar social como un intento de contrapesar a las generalizadas represiones al incipiente movimiento obrero.
La crisis de este sistema liberal coincide con la crisis económica de 1930 y con las adaptaciones políticas que se derivaron de ella en América Latina (18) . En 1930 un golpe de estado pone fin a la primera república instaurando a Vargas como presidente provisional durante cuatro años. Pero fue presidente de la República entre 1930-1945 y 1950-1954(sólo para este período fue elegido democráticamente). Durante su gobierno es cuando se consolida en el Brasil un ejemplo del típico gobierno populista y autoritario. A diferencia de México, donde era posible encontrar algunos rasgos de liberalismo político e intelectual, el Brasil se vuelca al autoritarismo declarado. Las rupturas fundamentales con el statu quo anterior son las siguientes; el gobierno dio un fuerte giro y prestó atención a la cuestión social, el estado se colocó como árbitro entre las empresas y los obreros. En economía abandonó la posición del laissez faire y se volcó al intervencionismo creando el ministerio de trabajo, industria y comercio. En cuanto a lo político, y sobre todo desde la instauración del estado novo en 1937, se rechazó de plano la democracia representativa y liberal, el pluripartidismo, el capitalismo competitivo y el cosmopolitanismo (19) .
En suma, sólo podemos encontrar rasgos de liberalismo en la economía (aunque en menor medida que en México) ya que el estado novo no afectó los fundamentos de la propiedad burguesa y de la gran propiedad agrícola. Coincidimos con Rodrigues cuando éste sostiene que el estado novo es el típico estado “bonapartista”; para este autor el gobierno se colocó con independencia de las clases sociales, instauró un régimen autoritario, popular y antioligárquico. Además se estableció un poder centralizado con apoyo de las Fuerzas Armadas fuertemente burocratizado. Como sus análogos de América Latina, especialmente con Perón, Vargas era un jefe carismático que se caracterizaba por la demagogia hacia las clases populares a las cuales decían representar (20) . Para finalizar podemos decir que esta clase de gobierno populista o Bonapartista es un continente vacío en cuanto a ideología, ya que no tienen, estos regímenes, ideologías demasiado elaboradas o teorizadas en las cuales apoyarse. Esto de la ideología, lo podemos ver reflejado en la política internacional. Si bien Vargas se inspiró en los regímenes autoritarios de Europa como el impuesto por Mussolini en Italia, aunque adaptado a las características sui generis de Brasil, su posición durante la Segunda Guerra Mundial se volcó finalmente hacia los aliados.


AUTOR: EMILIO JAVIER TOMASSINI
NOTAS:
1Touchard, J. Historia de las ideas políticas, Tecnos, Madrid, 1981, pp. 402.
2Skidmore, T. y Smith, P. Historia contemporánea de América Latina, Crítica, Barcelona, 1996, pp246.
3Idem, pp. 247.
4Cardoso, C y Pérez Brignoli, H. Historia de América Latina, 2. economías de exportación y desarrollo capitalista, Barcelona, Crítica, 1979, 32 36
5Knight, A. “México, c. 1930-1946”, en L. Bethell (dir.), Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1991, pp. 17
6Halperin Donghi, T. Historia contemporánea de América Latina, Alianza, Buenos Aires, 2005, pp. 247.
7Skidmore, T. y Smith, P, op, cit, pp 248.
8Idem.
9Idem. pp. 250.
10Idem. Pp 256.
11Idem. Pp 260.
12Recuérdese que Fidel Castro preparó su frustrada invasión desde México.
13Skidmore, T. y Smith, P, op, cit, pp 168.
14Idem. pp169.
15Idem. Pp 178.
16Idem. pp 176.
17Idem. Pp 178.
18Ver Bulmer-Thomas, V. La historia económica de América Latina desde la independencia, México, FCE, 1998.
19Martins Rodrigues, L. “Sindicato y estado en el régimen varguista”, en Sergio Buarque de Holanda y Boris Fausto, Historia general da civilizacao brasileira, Sao Paulo, Difusao Europeira do livro, 1963, pp 187.

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