martes, 11 de marzo de 2008

CRÍTICA AL LIBRO DE GABRIEL DI MEGLIO

¡Viva el bajo pueblo! LA PLEBE URBANA DE BUENOS AIRES Y LA POLÍTICA ENTRE LA REVOLUCIÓN DE MAYO Y EL ROSISMO.


"Lo que este libro procuró demostrar es que un escenario político no es comprensible si no se conoce a todos los actores. Y la plebe urbana fue, sin duda, uno de los actores de la política porteña…”
EL AUTOR.



Introducción: Tesis e ideas principales del libro.


La obra de Gabriel Di Meglio encara la interesante problemática que intenta explicar y entender la relación que hubo entre el bajo pueblo y las élites política y económicamente dominantes. Expresado de otro modo, el libro intenta establecer qué sucedía y como era la plebe en aquellos momentos donde los historiadores colocan la lupa sobre los procesos políticos , económicos y militares. O mejor dicho; este estudio investiga el rol que desempeñaron los sectores sociales que se encontraban por fuera de la élite (aunque en su relación con ella), desde las invasiones inglesas al Río de la Plata hasta el primer gobierno de Rosas.
La historiografía tradicional nunca sostuvo que la Revolución de Mayo fue obra de unos pocos, pero nos mostraba a las clases subalternas totalmente subordinadas a la élite dirigente y apareciendo esporádicamente en la vida pública. La plebe sólo se limitaba a acatar y vivar pasivamente la causa patriótica y a sus dirigentes más populares. O cuanto mucho se contentaban con ocupar un rol sumiso (¡pero valiente!) en el ejército de la patria. Ejemplos de esto son lo que yo denomino “héroes plebeyos”, famosos (como también dice Di Meglio) en los actos patrios de las escuelas primarias como el valeroso Sargento Cabral, quien es recordado por salvar la vida del general José de san Martín en la Batalla de San Lorenzo. Otro plebeyo rescatado (¿inventado?) por la historia oficial mitrista es Antonio Ruiz (alias “el Negro Falucho”) el cual, a decir de Mitre, fue fusilado en 1824 por negarse a presentar armas al pabellón español en el Callao. Veremos, conforme dice el autor, que la plebe no era sólo la caja de resonancia de la aristocracia.
Di Meglio sostiene que su libro no es un mero intento de “oír a los que no tienen voz”. Para él, poner énfasis en la plebe urbana de Buenos Aires es un ejercicio histórico que permite terminar de entender procesos tales como; la Revolución de Mayo, el surgimiento del Estado Provincial porteño y la consolidación del republicanismo. Así como también se puede observar desde otra óptica la génesis de la política argentina.
Llegado este punto cabe preguntarse ¿Qué características tuvo la participación plebeya en la vida pública porteña en el período 1806-1830? Para contestar a este interrogante el autor observó siete elementos en los que se ilustra la participación de la plebe urbana de Buenos Aires en la vida pública, hecho que cambió la fisonomía de la relación élite-bajo pueblo:
? Participación de la plebe en las luchas facciosas: Luego de Mayo de 1810, al cortarse el vínculo con la metrópoli, la lucha facciosa (que se daba entre instituciones en la época colonial) perdió su "árbitro externo", la autoridad monárquica española. De esta manera, alcaldes de barrio de por medio, la élite recurrió a la plebe para dirimir sus conflictos. Di Meglio sostiene, que al menos en este tipo de acciones plebeyas, estos fueron siempre dirigidos por un sector social ajeno al bajo pueblo. Observamos una ejemplificación adecuada en la Asonada del 6 de abril de 1811 llevada a cabo contra la facción denominada morenista, donde instigados por el grupo saavedrista, aparecieron formados en la plaza mayor todas las guarniciones de la ciudad (compuestas en su mayoría por plebeyos), acompañadas de "gente campestre". Testimonios de la época señalan que se apeló a la gente de "poncho y chiripá", la cual, según dichos alegatos, no poseía experiencia en aspiraciones políticas. También fue visto como una cómica alianza entre "charreteras y chiripás". Aquí la plebe parece responder a un alcalde de barrio de apellido Grigera. La gritería del público (que se estimaba en 1500 almas) pedía a gritos la reunión del Cabildo, al cual se le entregó un petitorio con dieciocho puntos contra la facción morenista. Este hecho presenta dos elementos que llaman la atención: primero, el petitorio estaba firmado por gran cantidad de ésa muchedumbre congregada en la plaza. Segundo, en el primer punto de la nota entregada a las autoridades se pedía la expulsión de todos los españoles que había en la ciudad, los instigadores eran conscientes de que ese argumento podría movilizar a la plebe dado el marcado recelo que demostraban hacia los peninsulares.
? Participación de la plebe en manifestaciones públicas: Aquí la mayoría del pueblo se hacía presente. También durante la colonia las fiestas religiosas y de asunción de un nuevo rey poseían bastante popularidad. Con la revolución de Mayo se añadieron a las festividades ya existentes (como el aniversario de la reconquista de Buenos Aires) ceremonias de los triunfos militares de las armas patrias, conmemoraciones del aniversario de la revolución de Mayo, fiestas de recibimiento a diplomáticos y militares, etc. La élite, en algunos momentos, sintió que el vulgo se excedía en sus agasajos y que prácticamente las fiestas eran tomadas por asalto por él populacho. Paradójicamente el gobierno arengaba a las masas para lograr un estado de efervescencia, entusiasmo y adhesión a la causa revolucionaria. Pese a lo anterior, para los miembros de la élite no fue fácil esa especie de "igualación" para con la plebe. Como mencionamos antes, les chocaba ver cómo “soldados, la chusma, y gente de color" pretendían adueñarse del espacio festivo (y a sus ojos) corrompiendo y profanando las fiestas.
? Participación de la plebe en el ejército y la milicia: Los cuerpos milicianos, formados inicialmente para repeler el ataque inglés abrieron nuevos espacios de poder y crearon nuevas identidades para el bajo pueblo. Se dieron en el período analizado varios motines militares dirigidos por miembros de la plebe, quienes ocupaban la suboficialidad y el grueso de la tropa. En este caso Di Meglio detecta un amplio margen de autonomía de la plebe con respecto a otros sectores sociales. Estos tumultos militares solicitaban salarios atrasados, iban encaminados contra las injusticias de algún miembro de la oficialidad en particular o eran motivados por la idea de que algunos derechos habían sido ultrajados. Los motines, intentos de deserción, abuso de autoridad u otros actos de ésta naturaleza llevados a cabo por plebeyos eran muy duramente castigados. Otro elemento a tener en cuenta es que dichos motines nunca se propagaron, siempre se dieron dentro de un regimiento o cuerpo determinado. Verbigracia: Muchos miembros de la plebe abusaron de sus uniformes para golpear y robarle a peninsulares, el motín de las trenzas reivindicaba el derecho de la tropa de utilizar una trenza en el cabello, por último los milicianos del tercer tercio cívico se auto acuartelaron para evitar que se los designara soldados veteranos. Es decir defendían sus intereses con una conciencia de grupo bastante importante.
? Politización de los espacios públicos: La ciudad toda se vio envuelta por una ola de politización popular, corrían rumores, discusiones, pasquines. Di Meglio destaca la importante movilidad geográfica de la población: las personas y las ideas entraban y salían de la ciudad (también se registra alta movilidad dentro de la misma ciudad), debido a la inestabilidad laboral la población migraba continuamente de la campaña a la ciudad. Igualmente muchas personas de alejadas regiones como Santiago del Estero asentaban su residencia en la ciudad, como así también muchos escogían sitios cientos o miles de kilómetros alejados de Buenos Aires. Esto ayudó a que la ciudad entre, políticamente hablando, en ebullición. Se dieron discusiones en todos los ámbitos de sociabilidad de la plebe; pulperías, marcados, plazas, cuarteles, calles, etc. El autor registra muchas de ellas, en una de las cuales dos hombres pelean tras una discusión con opiniones contrapuestas sobre Artigas. De la misma manera se exploran varios casos de mujeres pertenecientes a la plebe que reclaman ante las autoridades que sus maridos o hijos no sean llevados a la milicia, ya que eran su único sostén económico. Por último cabe destacar que surgieron canciones populares con connotaciones políticas; contra los españoles y la monarquía o a favor de los valores republicanos.
? La cuestión del liderazgo: como ya lo hemos mencionado, la plebe interviene en las luchas facciosas subordinada a miembros ajenos a ella. El autor identifica la dirección de algunas acciones plebeyas bajo el mando de "sectores medios" (también llamados "tribunos de la plebe") como los alcaldes de barrio o algunos pulperos devenidos en capitanes de milicia. El autor ilustra está idea con dos personajes que aparecen recurrentemente en las fuentes; estamos hablando José Bares y Epitacio del Campo. Ellos aprovecharon su carisma y su posición cercana al bajo pueblo (eran pulperos) para construir un fuerte liderazgo. Sin embargo estos personajes y otros tantos menos conocidos no eran la cabeza del movimiento plebeyo, más bien eran el nexo entre la aristocracia y los estratos rasos de la sociedad.
Pero hubo casos en los cuales miembros de la élite fueron quienes directamente ejercieron el liderazgo sobre la plebe. Los casos más ilustrativos son los del Coronel Manuel Dorrego, el General Miguel Soler y el Virrey Santiago Liniers y Bremond.
Para Di Meglio ambos tipos de liderazgos son una novedad en este período. Ya que los tribunos de la plebe no poseían clientela antes de Mayo de 1810. Como así tampoco los miembros de la élite establecían buena relación y defendían algunas posiciones políticas afines a los plebeyos.
? Identificación de la plebe para con la patria: El amor al lugar de origen no era algo extraño en la América colonial. En Buenos Aires esto fue exacerbado. La obra analizada describe como la plebe se fue apropiando de los conceptos y de los valores patrióticos de la élite, pero lejos de una interpretación intelectual, descifraron a su manera las nuevas ideas de igualitarismo político, independencia, resquemores para con el rey de España y los peninsulares, republicanismo, etc. El libro cita un caso donde una esclava discutió con un pulpero de origen peninsular al que calificó de "gallego, puto, judío y ladrón". Del mismo modo varios prisioneros aprovechaban las fiestas patrias para pedir su libertad. Otro ejemplo de la identificación del bajo pueblo con la patria se puede ver en las discusiones entre plebeyos que llegaron a nosotros; muchos plebeyos se jactaban de haber realizado el servicio de armas para con la patria y de esta manera descalificar a su rival en una afrenta callejera. Para el autor estas actitudes de la plebe no eran pre políticas ni meramente reactivas, ya que están destinadas a mantener ciertos nuevos valores. Que si bien fueron pregonados por la clase dirigente, también fueron incorporados y aprovechados por los sectores subalternos de la sociedad. Para ilustrar esto el autor relata que un oficial entrado en copas descalificó a un miembro de la suboficialidad llamándolo "negro trompeta". A lo que el agredido replicó que si bien él era negro, merecía respeto porque era un soldado de la patria.
? Reacción ante la sensación de atropello: Como se ha ya apuntado, por esta causa se dieron algunos motines milicianos, pedidos a las autoridades, pedidos de libertad, etc. El libro trata largamente y abunda en interesantes ejemplos. Este tipo de causas se ven reflejadas e interrelacionadas con los restantes seis elementos.
El autor no lo menciona en la conclusión, pero existe otro elemento donde es importante la participación plebeya: las elecciones. A partir de 1820 se nota un reflujo de la participación popular en la vida pública que termina siendo transformada en su totalidad con la asunción de Rosas. Los plebeyos no desaparecen de la escena pública, pero su participación se ve encauzada a través de las elecciones. Además las milicias y el ejército que habían ganado la independencia fueron desmovilizados y reemplazados. Como consecuencia de esto se registra una abrupta caída en el número de motines y aumenta el control social sobre los individuos: se refuerzan los controles que exigen la libreta de conchavo, se prohíben los juegos de azar y la portación de cuchillo, y el cabildo (institución vista como paternal por la plebe) es reemplazado por la flamante legislatura.
En suma, con la revolución de Mayo y las invasiones inglesas se abrieron múltiples canales para la participación plebeya en la política y en la vida pública. Aunque algunos otros elementos (como la identificación de la plebe con la patria y su participación en celebraciones públicas) databan de períodos anteriores a las invasiones inglesas, fueron de alguna manera aprovechadas por el nuevo gobierno que se estableció en 1810 y su sucesores.

Algunas consideraciones sobre la bibliografía, las fuentes y el método.

Primeramente hay que destacar que el libro es bastante empírico, la gran mayoría de la muy amplia bibliografía (no toda) es utilizada como una apoyatura para delinear el contexto en donde sucede la actividad plebeya o sirve para dar luz sobre algún tema periférico al del autor, que sin embargo le sirve para ir "atando cabos" y entender mejor ciertos documentos. Verbigracia; para el tema de la administración de justicia Di Meglio cita a Barreneche, el cual investigó sobre la justicia criminal en Buenos Aires. Otro ejemplo es la cita de Creesy, autor que se refiere a la revolución inglesa. Esto para resaltar la importancia que tenía la vestimenta en la clasificación social de los individuos a nivel occidental: en Buenos Aires se oponía a los de poncho y chiripá a los sujetos de capa y casaca. Di Meglio utiliza el texto de Creesy para exponer el pensamiento de que ciertas prendas eran propias del bajo pueblo y otras eran, asimismo, propias de seres con un importante poder adquisitivo. Di Meglio rastrea tópicos que se refieran a la manera de vestir y su significado social, según Creesy en la revolución inglesa participaron "Fellows without shirts", pasando por los Sans Culotes franceses. Este último ejemplo creo que ilustra la idea de que la mayoría de la bibliografía citada a pie de página y consignada al final de la obra tiene el propósito de abril del panorama y mostrar luz sobre hechos muy puntuales (como la vida en las pulperías, las fiestas mayas, el motín de Tagle, la politización en la Campaña, etc.) donde participó la plebe, objeto de estudio del autor. Ninguna de las obras citadas se propuso estudiar a la plebe urbana de Buenos Aires tan ampliamente y durante el período en que lo hace el libro. Sin embargo hay algunos estudios referidos, como mencionamos supra, a la campaña bonaerense y a los esclavos. Este tipo de textos también analizan lo que Di Meglio llama “plebe”, pero lo hacen en otro espacio geográfico o se centran sobre uno solo de los varios elementos heterogéneos que componen el bajo pueblo. Otro aspecto a subrayar sobre la bibliografía es la utilización de textos que estudian temáticas similares pero en otro tiempo y/o espacio, ya sea en América Latina durante los siglos XVIII y XIX o de la edad moderna y contemporánea europea. Nosotros inferimos que dicho material se ha utilizado para tener una noción de las posibles variables a tener en cuenta a la hora de ensayar la presente temática.
En síntesis podemos clasificar la bibliografía citada en el libro en ocho categorías: Historia Económica, Historia Social, Historia Política, Historia Militar, bibliografía general sobre el período, bibliografía específica (es decir que se refiere a la plebe o a parte de ella), Historia del Urbanismo y Demografía Histórica, y material sobre Historia Moderna.
¿Qué hay sobre las fuentes? Notamos que el autor utiliza un amplio corpus de documentos, nosotros los podemos dividir al menos en dos grandes grupos:
En las de primer tipo puede oírse la voz de la plebe con menos mediación que en otro tipo de fuentes; estamos hablando de documentos judiciales donde figuran causas civiles, solicitudes civiles y militares, sumarios militares y causas criminales. Aquí podemos observar de primera mano los testimonios de los miembros de la plebe, sean éstos los protagonistas directos de los hechos analizados o sus testigos. Pero cuidado, hay que precaverse (como sostiene el autor) de creer literalmente los dichos de este tipo de fuentes por el solo hecho de que expresen con menos mediación que otras la voz del bajo pueblo. Di Meglio argumenta que las declaraciones de los archivos judiciales, si bien tienen las ventajas ya enunciadas, están realizadas bajo presión; el declarante no suele estar allí por propia voluntad, sino obligado por las autoridades. Por lo tanto a este tipo de fuentes, se la debe someter a crítica al igual que cualquier otra. A pesar de todo, entendemos que esta clase de testimonios fueron las más importantes para los fines del libro. En ellas es posible rastrear como participó, y como fueron vividos hechos públicos de capital importancia para la ciudad, tales como motines, debates políticos entre plebeyos que terminaron en forma violenta, participación plebeya la fiestas y luchas facciosas, el rol del bajo pueblo en las milicias, etc. Estas fuentes son la condición sine qua non para llegar a buen puerto en una investigación como la que se propuso la obra aquí analizada.
Hay un segundo tipo de fuentes en donde la voz de la plebe no es oída directamente o el acceso a ella está totalmente mediado por la subjetividad del que escribe. La mayoría de estas fuentes fueron producidas por sujetos pertenecientes al estrato menos amplio de la sociedad, es decir aquellos que llevaban el título de don; memorias, autobiografías, papeleo burocrático, correspondencias personales, periódicos, etc. Este género de fuentes se pueden a su vez subdividir en dos; aquellas producidas por viajeros y residentes extranjeros y otras producidas por la aristocracia local. Las primeras son de capital importancia porque, según percibimos, refieren a situaciones que las élites locales dan por obvio.
Sin embargo Di Meglio realiza otra distinción. Para el mencionado historiador lo elemental es prestar atención al posible grado de distorsión que pueden llegar a presentar los documentos de acuerdo a si fueron escritos en el mismo tiempo y espacio que los hechos que el mismo documento narra. En otras palabras, cuanto más tardía en el tiempo sea la biografía, la memoria, la carta, etc. con respecto al acontecimiento que relata, más posibilidades de desviación existen y viceversa. Por este motivo el libro tiende a otorgar más crédito a los escritos realizados "en caliente", como periódicos, informes, cartas, etc. El flamante doctor aduce que los relatos, las reminiscencias y algunos diarios de viajeros fueron confeccionados varios años después de los acontecimientos de los que pretenden dar cuenta, además de esto algunos textos fueron escritos con la idea de que su lectura sea masiva (dentro de los límites de la época, claro está). En la vereda de enfrente encontramos otros documentos escritos para el momento. Es decir que en su época tuvieron un uso circunstancial y no se hicieron con la idea de que serían leídos e interpretados en el futuro.
Por último, la cuestión de la metodología viene de la mano con lo expuesto hasta aquí. Entendemos el método como un procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad o dar cuenta de una realidad. En este sentido la obra de Di Meglio tiene la virtud de utilizar una metodología fácilmente inteligible. El autor tomó varios de los escritos de la elite y los extranjeros y rastreó en ellos a su objeto de estudios (la plebe urbana de Buenos Aires). Con ello testimonió su presencia en la vida pública de dicha ciudad. Luego, a estas fuentes, las yuxtaponía con otras fuentes, tales como archivos judiciales y cancioneros populares. Esto último le permitió al flamante Doctor ahondar sobre las reales características y motivaciones de las movilizaciones de “los de poncho y chiripá”. De esta manera relativizó la mirada que la elite tenía del pueblo cuando este no se encontraba de su lado en la lucha facciosa de turno o cometía actos groseros a sus ojos. Las bondades del método utilizado radican en que se puede apreciar el objeto de estudio y el proceso histórico desde perspectivas diferentes; oír la vos de la plebe con relativamente poca contaminación y observar la mirada de la elite (la más difundida y la más accesible a nosotros) de acuerdo a como le haya influido en sus intereses la actividad plebeya.

La obra en relación a otros autores que estudiaron temas similares.

“Opresores y oprimidos se enfrentaron en perpetuo antagonismo, librando una lucha incesante, a veces encubierta y a veces franca.” . Así reza el manifiesto comunista en su comienzo. Este enfoque de una lucha de clases (siempre de clases) totalmente simétrica que proponía Marx, si bien lo ha matizado bastante en otras obras como El dieciocho brumario, bastante se ha escrito antes (y también después) de la caída del muro de Berlín utilizando este esquema acríticamente. Sin embargo los usos de esta perspectiva no eran monolíticos. Muchos marxistas le atribuían al campesinado una tara casi natural para llevar a cabo lo que “debía” suceder; la revolución del proletariado. De lo anterior se colige que veían al proletariado urbano industrial como el único capaz de movilizarse políticamente, en el otro extremo se encontraba el campo; incapaz de movilizarse políticamente, prepolítico, arcaico, conformista. etc. Estas opiniones eran compartidas, también, para las ciudades pre industriales. Es más, Di Meglio refuta a Hobsbawn cuando este sostenía posturas similares a las arriba mencionadas. En suma, para buena parte de la historiografía marxista (no Marxiana) sólo existía una cultura política en el proletariado urbano moderno.
Entonces ¿Cómo explicar la historia de América Latina, indios que motu proprio se ofrecían a reprimir a sus compañeros de desventuras, pobrísimos campesinos bolivianos delatando al grupo guerrillero de Ernesto Guevara, sectores populares enfrentadas entre si interviniendo políticamente encolumnados tras distintas facciones de la elite? José Carlos Mariátegui intentó valerse de un enfoque marxista con cierta flexibilidad y aplicarlo a la realidad de Latinoamérica introduciendo la variable étnica y campesina como alternativas para la revolución en América Latina. Luego de la década del 30 (con el surgimiento del populismo), surgió una literatura pro indigenista que intentaba reivindicar a aquel grupo étnico como el verdadero dueño de estas tierras. En los 60 surge la noción de “andinidad” . Esta interpretación fue apropiada por múltiples corrientes que veían a los indios y a los sectores más humildes envueltos en una continuidad cultural que les permitió enfrentarse primero contra el invasor español, luego contra el liberalismo y el capitalismo, después contra la globalización, el imperialismo y los Estados Unidos. De esta manera se trazó el cuadro de una América indígena y campesina, en la cual debía buscarse la alternativa revolucionaria. ¿Es cierto todo lo anterior? ¿O será, acaso, que la cultura popular y la conciencia política de las clases subalternas no eran como la mayoría de nosotros lo creía o como muchos hubiesen deseado que sea? En todos los anteriores enfoques podemos encontrar algo de verdad, pero son todos ellos demasiado taxativos y carecen de la flexibilidad que se necesita para realizar estudios que pretendan develar como realmente pensaba el bajo pueblo.
A partir de los años 80 con la caída del socialismo a nivel mundial y la derrota de los movimientos revolucionarios latinoamericanos (o su pérdida de radicalismo) se ha tendido a replantear los estudios sobre las clases populares, su conciencia política y su relación con el poder. Ya no se presta atención sólo a las grandes rebeliones, Taylor fue pionero en esto, sino que se trata de observar qué es lo que sucedía en aquellos momentos en donde parecía que no sucedía nada. Y en el caso de las rebeliones, se las estudia con un enfoque más novedoso, buscando nuevas explicaciones para los picos de violencia. Así surgieron textos como el de Scott , que demuestran que no todo fue armonía hasta que un día sucedió algo que transformó a los dóciles sectores subalternos de la sociedad en peligrosos tumultuarios. Sino que existían formas cotidianas de resistirse a lo que se consideraba un abuso: Sabotajes, pereza en el trabajo, robos, suicidio, actos individuales de violencia, etc. En México tenemos ejemplos de dos tipos de resistencia, las rebeliones armadas y los distintos tipos de resistencia cotidiana.
Un ejemplo de rebelión armada fue la denominada guerra de castas, que llegó a su clímax entre 1847 y 1853. La reacción violenta de los campesinos mayas al ver deteriorada su "economía moral", fue desatada en parte por un conflicto interno de la burguesía terrateniente; unos eran partidarios del separatismo al estilo texano y otros defendían el centralismo. Ambos bandos armaron a los campesinos mayas con el fin de utilizarlos para sus propias causas, pero una vez armados fue prácticamente imposible controlarlos. El conflicto se dio en las regiones del norte de Yucatán (los actuales estados mexicanos de Quintana Roo y Yucatán.).Algunos mayas del noroeste de la península permanecieron leales a los hacendados locales y lucharon en su favor contra sus hermanos del noreste. Cabe destacar, también, que muchos soldados blancos y mestizos se pasaron al bando de los mayas debido a su precaria situación, es decir inadecuado abastecimiento de equipamiento y armas. El caso que contrasta con lo expuesto anteriormente, es el de los peones acasillados en las haciendas henequeneras del mismo Yucatán. Según algunos observadores contemporáneos, los peones eran "dóciles" y "sumisos". Sin embargo Joseph y Wells afirman taxativamente que no se podía privar totalmente a los peones acasillados de recursos para protestar. Estos recursos de protesta son los siguientes; pequeños actos de incumplimiento en beneficio propio, tortuguismo, zafase del trabajo o fugarse. O a lo sumo podían llegar a realizar robos sabotajes e incendios. Esto es así porque, como muy acertadamente aducen los autores, los peones mayas eran conscientes que revelarse violentamente o intentar derribar el sistema, era prácticamente el suicidio En el caso de Buenos Aires también podemos encontrar este tipo de actos de resistencia cotidianas. El más claro ejemplo son las deserciones militares, muchos de los desertores cuando se les consultó sobre el motivo de su acto, adujeron como excusa su precaria situación material sirviendo en el ejército: Decían encontrarse harapientos y sin dinero. Otra forma cotidiana de resistencia, y creo yo la más común, consiste en la insubordinación y constante murmuración por parte del grueso de las tropas. Las fuentes testimonian incontables quejas de la oficialidad a este respecto. En cuanto a las rebeliones armadas, el libro no testimonia ninguna que sea comparable a la del caso mexicano. Y aunque la plebe de Buenos Aires también actuó autónomamente, no lo hizo nunca luego de una movilización realizada por las elites como en México. Además, como dice Di Meglio, en la ciudad no eran frecuentes los motines y las tenciones socio-raciales estaban más amainadas que en otras partes de América.
La llamada dirigida a la plebe para las luchas facciosas no fueron exclusivas de Buenos Aires, es más, allí el reclutamiento de los sectores más bajos de la sociedad se torna bastante conservador en comparación con otros casos donde la elite tiene propuestas más radicales. Verbigracia Cuba, donde las diversas facciones de la élite arman a las clases populares (esclavos en su mayoría) con el fin de preservar su poder o de imponer sus ideas al resto de la élite. Lo que usualmente suele suceder es que una vez armados, los sectores populares van tomando cada vez un índice más alto de autonomía. Esto se dio, en Cuba luego del conocido grito de Yara, donde un terrateniente llamado Céspedes libertó a sus esclavos y los exhortó a luchar por la independencia y la libertad. Los ex esclavos poseían sus propias ideas de cómo servir mejor a la causa. De lo anterior se colige que los libertados comenzaron a verse a sí mismos como personas, por eso es que eran muy frecuentes las fugas de sus puestos; "no conviene que usted sea muy crédulo (Riera se quejaba con uno de sus jefes) con ésa clase de gente que se llama libertados... no hay respeto y se creen que pueden marcharse donde les da la gana. Saben ahí se pasan la vida mansa y se fugan del trabajo marchándose a ese punto". En cambio en Buenos Aires la cosa no superaba la presencia masiva en la plaza, la gritería y algún incidente violento menor. Nunca se armó un ejército plebeyo por fuera del estado al mando de particulares.
En Perú también se acudió al bajo pueblo para este tipo de altercados, y al igual que en Buenos Aires, los agitadores utilizan consignas que saben que pueden influir de manera positiva en los plebeyos. Los políticos liberales peruanos, sin llegar a ser tan radicales como los cubanos, y sólo en última instancia movilizaban a las clases populares como factor de desestabilización del orden conservador. Un periódico conservador de la época llamado El peruano afirmaba que los liberales son los que "encienden la hoguera revolucionaria en el populacho ignorante... no faltará algún miserable de esos escritorzuelos que justifique este acto, llamándolo "expresión de la voluntad nacional", como si el grito del ebrio, del asesino, del vago, del esclavo, de los seres más despreciables fuese conforme a los sentimientos de los peruanos." Tanto liberales como bandoleros tenía la intención de derrotar a los conservadores, como bien aclara Aguirre, por motivos muy distintos. Es dudoso que estos bandoleros hayan tenido en mente un proyecto político y social alternativo. Para Perú Carlos Aguirre manifiesta que los esclavos no fueron rebeldes permanentes ni tampoco satisfechas víctimas de su destino. Este autor también nos habla de las formas cotidianas de resistencia(es decir pasivas) y de forma más violentas tanto individuales como colectivas (formas activadas de resistencia).
Campbell , que habla de las rebeliones andinas del siglo XVIII, investiga la relación entre la ideología de los rebeldes y la estructura organizativa de la insurrección, esto desde 1780 a 1782. El componente ideológico que más llama la atención es el renacimiento del mito de Inkarri; antiguo creador, que volvería para restaurar la justicia. La idea de una recuperación del pasado, de la mano de un Mesías llegó a su pico más alto a mediados del siglo XVIII. El mito de Inkarri fue mucho más aceptado por los pueblos quechua acaudillados por Túpac Amaru. Además fue una de las causas del faccionalismo que se desarrolló entre los kataristas de La Paz (de origen Aymará) y los Quechua del Cuzco. Además, ambos grupos, se diferenciaban en otros aspectos: Túpac Amaru era miembro de la elite, pregonaba un “nacionalismo” neo- inca cuyo objetivo era reunir bajo su mando a todos los que no fueran españoles peninsulares. En cambio los Katari eran más radicales, populistas y separatistas. No eran de cuna noble y aspiraban a una suerte de liderazgo indígena comunal. Aquí observamos tanto recurrencias como diferencias con el libro analizado. Las diferencias las podemos enumerar de la siguiente manera: En primer lugar Campbell analiza una de las rebeliones más grandes en la América latina, y por tanto su enfoque es regional. Toma para estudiar su caso la variable étnica y toda la superestructura que es capaz de generar gran número de adhesiones y radicalizarlas hasta llegar a un pico muy alto de violencia. En cambio las similitudes con el estudio de Di Meglio son las siguientes: En primer lugar resaltáremos el espíritu anti peninsular de Tupac Amaru. Que podemos suponer que era compartido por quienes lo seguían. En segundo lugar encontramos, al igual que en Buenos Aires, “gente de abajo” siguiendo a un líder de un estrato social superior. Igualmente haremos una salvedad, Tupac Amaru compartía su condición de indio con la mayoría de sus seguidores. Pero atención, en un principio tuvo seguidores de distintos grupos étnicos, sin embargo una vez que la lucha se radicalizó los blancos se retiraron.
Stern es el principal defensor de la tesis que sostiene que existió una era de insurrecciones andinas entre 1720 y 1790. Y propone estudiar los motines, rebeliones y la acción popular teniendo en cuenta (entre otros factores) la larga duración. Para Stern los movimientos que se dieron en el siglo XVIII no fueron meros motines como sostiene Galindo . Stern ve una seguidilla de hechos que llegan a su clímax, a su punto máximo, bajo el liderazgo de Tupac Amaru y Katari. Esta especie de rastreo de larga duración de la acción popular, es impracticable para el caso que nos ocupa. Recordemos que Buenos Aires fue un mero puesto de avanzada hasta bien entrado el siglo XVIII.
Si algo bueno trajo el hecho de que se haya roto la ilusión de que, de la mano del socialismo, un mundo más justo y equitativo estaba al alcance de la mano, eso es que se ha progresado en el estudio de lo que hemos dado en llamar el bajo pueblo. Se le restó importancia a la falsa dicotomía revolucionario-reformista sobre la que se debatía antaño. Ahora, y sin negar la explotación y la injusticia, se realizan estudios (como los vistos arriba) que pretenden dar cuenta de una realidad más objetiva y menos romántica. Dentro de estas últimas perspectivas es que encontramos el libro aquí analizado.
En trabajos anteriores hemos marcado algunas otras pautas sugeridas por diversos autores para estudiar el tema ensayado por Di Meglio, estas pueden sintetizarse teniendo en cuenta:
? Apartarse de las visiones dogmáticas que intentan ver cualquier acto de violencia y de resistencia de las clases populares de manera idílica o anacrónica.
? Las formas tanto legales como ilegales de resistencia y acción.
? El factor étnico y las posibles alianzas “Interraciales”.
? Tener en cuenta los factores internos y externos que influyesen en las acciones colectivas y no ver a los sectores subalternos como necesariamente localistas y “reactores” ante factores externos.

Apartarse de las visiones dogmáticas.
Esta sugerencia en realidad sería válida para cualquier sujeto con ansias de investigar seriamente cualquier tema. El autor, desde el vamos, comienza aclarando muy bien lo que se va a dedicadar a estudiar y se aparta del tipo de visiones del estilo número uno de aquella lista. También consideramos necesario apartarse de la idea de que el bajo pueblo es estático y tiene en todo tiempo y lugar las mismas características, debemos contextualizarlo realizando empalmes constantes entre elementos locales, regionales y supraregionales. En otras palabras debemos observar cómo repercuten y son recibidos o ajustados fenómenos de trascendencia hemisférica como lo fueron las ideas de la Revolución Francesa, a las realidades locales. Las cuales presentarán características sui generis que las harán diferentes entre si y también con respecto al centro emanador de influencias. Si no véase la historia de Latinoamérica.

Formas legales e ilegales de acción popular.
Di Meglio no anuncia claramente si pondrá más énfasis en los comportamientos legales o ilegales. El libro está más allá de la dicotomía legal-ilegal. Ya que en los numerosos ejemplos que cita para ilustrar la acción de la plebe están presentes tanto actos ilegales como dentro de la ley. Lo que realmente importa es la valoración que hace la élite de esos actos y como toman los plebeyos ciertas actitudes de los otros. Entonces al igual que Taylor, Silva Prada , Ruiz Medrano y sala i Vila , Di Meglio pone su atención (también) allí donde las clases subalternas de la sociedad transgreden las normas vigentes del statu quo. Pero como vimos, también son analizados otros mecanismos de participación política aceptados e incluso fomentados por la élite tales como participación en los espectáculos, bailes públicos y obras de teatro. Aunque, como ya se dijo, en algunos momentos la plebe cruzó el límite de lo que para la gente decente era lícito. Los autores citados arriba analizan hechos de violencia puntuales como los tumultos de Ciudad de México en 1692 y Guanajuato en 1767, no inspeccionan cantidades de casos buscando las recurrencias como si lo hizo Taylor. Di Meglio parecería haber intentado una síntesis entre ambos grupos, analiza hechos puntuales como tumultos y motines que le permiten extraer conclusiones sobre la participación del vulgo en hechos públicos. Pero a diferencia de Ruiz Medrano y Silva Prada, el libro analizado busca regularidades y hace un seguimiento de una misma zona (la ciudad de Buenos Aires) a lo largo de un período determinado. Esto se diferencia en cierta medida de lo que ha hecho Taylor. Quien toma varios casos de motines en la zona central de México y busca recurrencias a nivel regional, mientras Di Meglio se focaliza en una sola ciudad. Todos los autores ya citados parecerían coincidir en una cosa; analizando los gritos de los manifestantes, recogen indicios sobre las formas de representación del mundo que posee la plebe y la manera cómo está lo expresa; existían, entonces, estrategias (primarias pero no arcaicas) de resistencia por parte del estrato social más amplio que les permitía obtener cierto poder de negociación para con las autoridades. Darían fe a la ya afamada tesis de Thompson, la cual aduce que las clases populares consideran ciertos derechos como inviolables. Y si estos derechos no son respetados es lícito recurrir a la violencia para defender lo que se considera justo. Las preguntas que se dejan planteadas ahora son las siguientes ¿Por qué cuando algunas cosas parecen harto injustas para la plebe, no se registra otro tipo de resistencia que no sea una desganada resignación? Taylor diría que no siempre es fundado explicar las rebeliones encuadrándolas intrínsecamente a un sistema de producción "injusto", así como tampoco se explican los sucesos de violencia como una respuesta a una crisis económica. Creemos que no existe una respuesta general valida para todos los casos, debemos ver cada asunto en concreto como lo hace Di Meglio para explicar la aparente inacción de la plebe tras la muerte de dos carismáticos líderes como Liniers y Dorrego.

El factor étnico y las alianzas interraciales.
El libro utiliza poco la variable étnica, como es sabido y además cómo explica el autor, en Buenos Aires las asperezas y los contrastes étnicos nunca tuvieron tanta virulencia como en otras partes de Latinoamérica. Además el objeto de estudio es una entidad pluriétnica que no posee un cemento que haga amalgama entre los miembros de un grupo étnico (con excepción de los blancos, claro está). Dentro de la exigua medida en que fue utilizada ésta variable, cabe destacar el análisis de los grupos de gente de color. Corrieron rumores de una rebelión esclava en Buenos Aires que tomaría como modelo a Haití, pero fueron sólo rumores. Los negros se asociaban en cofradías de acuerdo a su lugar natal, pero nunca sus reclamos (al igual que el del resto de los plebeyos) atacaron de frente el sistema vigente. Hobsbawn diría que es por falta de conciencia política, mientras que Stern diría que se trata de una estrategia de resistencia. La gente común sabe lo que le espera se actúa violentamente contra las autoridades, entonces buscan la manera de auto legitimar su reclamo. Como cuando las milicias fueron citadas a la plaza de la Victoria sin armas y todos concurrieron armados y dispararon hacia el cielo porque corría el rumor que los iban a transformar en soldados veteranos. Ninguno admitió que se trataba de un acto ilícito, decían que vieron a sus compañeros salir armados y los imitaron y otros adujeron que los habían convocado armados.
Al no representar los grupos étnicos suficientes atrayentes como para lograr una conciencia de grupo con la suficiente homogeneidad como para desarrollar una acción conjunta, es estéril hablar de alianzas interraciales debido a que los batallones estaban formados de acuerdo al grupo étnico por voluntad de la élite y además la identidad que más pesaba hacía referencia a la unidad de combate a la que pertenecían, no al grupo étnico. Ya que hubo enfrentamientos entre distintas unidades, las cuales estaban formadas por personas del mismo grupo étnico. Es más, en Buenos Aires, sólo había un barrio que se podría llegar a catalogar como exclusivamente plebeyo y negro; el barrio "El Tambor" Lo que sí existió fueron alianzas entre miembros de la plebe y de la élite. Los plebeyos siguieron a líderes como Dorrego, Liniers, Pagola y Soler. También respondían en cierta medida al cabildo. Pero como es recurrente en Latinoamérica, a veces la élite moviliza a fuerzas sociales que luego se descontrolan persiguiendo sus propios objetivos y luego es imposible o cuesta bastante volverlas a poner en su sitio: el caso más claro es la revolución mexicana, donde tras la proclama de Madero, el bajo pueblo tomó total autonomía de la mano de Zapata y Villa. En Buenos Aires no se llegó a tanto. Los excesos se registraron sobre todo en las celebraciones y los motines fueron desactivados y especialmente reprimidos en el caso que sus protagonistas sean plebeyos. Además nunca se dio en Buenos Aires una movilización plebeya "jacobina". Como bien explica el autor, incluso el denominado Partido Popular temía tanto al desborde social como el Partido del Orden. Pero a diferencia de este, tenía un discurso más vehemente, permisivo y atrayente para la plebe; se contentaba con denunciar a los culpables de la desigualdad social y a los tenidos por tiranos a los ojos de la plebe, a pesar de esto poco hacían para mitigar las desigualdades. Si bien es cierto que la Revolución de Mayo abrió nuevos horizontes de esperanza e instaló un clima de cierta igualación social, el tiempo tardó en desgastar las estructuras estamentales del antiguo régimen que las propias ideas de la revolución criticaban. Aunque no debemos leer esto como un elemento que refleje añoranza alguna de la plebe para con la monarquía.
Los factores internos y externos en la movilización plebeya; ¿Localismo “reactivo”?.

Es recurrente en los debates históricos el tema de si los factores internos pesan más o menos que los externos. Un ejemplo de ello son los debates sobre el modelo agro exportador en la Argentina: ¿Se dio gracias a los cambios acaecidos en los países centrales? O ¿Dependió en mayor grado de las medidas que tomó el gobierno conservador para hacerlo posible?
En el tema que nos ocupa el planteamiento de los problemas es ligeramente diferente. ¿Los plebeyos de Buenos Aires sólo reaccionaron a los cambios estructurales, cuando éstos llegaron a afectarles, que se estaban dando por aquel período? ¿Sólo respondían ante estímulos que les llegaban de otros grupos sociales o de otras latitudes? Para responder estas preguntas no podemos ser tajantes, ya que en algunos casos la respuesta a estas preguntas sería afirmativa. Pero sería un error no matizar la escala de grises que presenta el problema, debido a que (según Di Meglio) los plebeyos no siempre respondieron a estímulos foráneos. Y cuando lo hicieron realizaron una incautación de ideas con estilo propio que muchas veces no agradó a los promotores originales de dichas ideas.
Di Meglio pone blancos sobre negro al fijar los límites en el parecido que tuvieron la revolución de Mayo con la revolución francesa. Si bien es la segunda el núcleo original de las ideas del liberalismo político e intelectual que serán retomadas en el Río de la Plata desde fines del siglo XVIII. En Buenos Aires el proceso fue menos radical en cuanto al tenor de la movilización del bajo pueblo. Siempre se procedió con cautela y temiendo el desborde social a la vez que se intentaba ganar a toda la sociedad a favor de la revolución, este doble juego más de una vez mostró sus contradicciones En este sentido el libro desestima la comparación que realizaba la élite al confrontar a los sans culottes con la plebe porteña. Sin embargo, y a pesar de que la plebe actuó según sus esquemas mentales, existió una apropiación no intelectual de las ideas que provenían del exterior y que eran pregonadas por la élite. Como muestra el libro, algunos miembros de la plebe (motu proprio) se transformaron en agentes custodios de la revolución; potenciando el sentimiento antiespañol que ya existía, el amor a la patria y esa sensación de igualamiento social. Aunque es necesario destacar que algunos factores de legitimidad del antiguo régimen han perdurado. La religión, el Cabildo visto como una autoridad paternal y el sentimiento de amor a la patria típico de la colonia. Di Meglio comienza a pensar este tema utilizando a Max Weber; en todo el período se puede apreciar el inicio de una larga transición entre un modo de legitimidad tradicional hacia otro legal.
Como expusimos ya, muchas veces la plebe actuó políticamente en forma autónoma (grupal e individualmente) organizando deserciones masivas de la milicia, amotinándose o aprovechando sus uniformes para vengar ciertas afrentas con algún peninsular. Sin embargo otra fue la situación en la intervención plebeya en las luchas facciosas. En tal ocasión la plebe aparece siempre subordinada a personas que están por fuera de su círculo.
Con respecto al localismo podemos decir que si bien consideraban como patria sólo a su lugar de nacimiento, a la ciudad adónde pertenecían y los nacionalismos actuales estaban poco difundidos, no por estas circunstancias estaban ajenos a los acontecimientos de Europa y América. Llegaban noticias sobre la suerte de las armas independentistas del Perú, de Chile y del alto Perú. En caso de ser positivas, las buenas nuevas eran celebradas con algarabía. También entre el bajo pueblo se sabía que los franceses habían matado a su rey y que un tal Napoleón estaba haciendo estragos en Europa. De la misma manera fue conocida la gran rebelión de los esclavos haitianos, que luego derivó en su independencia. Este es el único caso (al menos que yo conozca) donde los oprimidos se organizaron en forma autónoma y se instituyeron en un nuevo estado.
Entonces podemos constatar la ausencia de lo que hoy podríamos llamar movimientos sociales, es decir que parece confirmarse la hipótesis que Stern aspiró a extirpar de la historiografía: para este último no hay que ver a los sectores populares como simplemente “reactores” y localistas. Sin embargo casi todos los autores coinciden en que los tumultos, rebeliones etc. tendían a reestablecer un equilibrio perdido, a impedir que el gobierno realice un acto ilegítimo (como la expulsión de los jesuitas, la intención de transformar a los milicianos en veteranos, obligarles a los milicianos a cortarse una trenza, etc.) o simplemente a reclamar lo que se consideraba propio y justo por tradición o por ley (sueldos atrasados, pensiones a viudas, etc.) En todos los hechos que Di Meglio enuncia en su libro, estos tuvieron alcance local, respondían a algún agravio, o llevaban adelante un pedido para con las autoridades. Es más, incluso cuando se dieron revueltas dentro de la milicia, la marina o el ejército nunca superaron el contexto de un batallón. ¿Significa esto que negamos la actuación política de la plebe? De ninguna manera.

Consideraciones finales.
"Sabemos demasiado poco sobre lo que ocurrió, o, para el caso, sobre lo que todavía ocurre en el cerebro de la mayoría de los hombres y las mujeres relativamente incapaces de expresarse, y por este motivo no podemos hablar con confianza de lo que piensan y sienten..."
Creemos que esta frase del historiador Británico es un elemento que nunca debemos perder de vista al abordar estos temas ya que nos pone en guardia sobre generalizaciones apresuradas. Como hemos visto siempre se avanza en base a evidencia fragmentaria, sin embargo, a pesar que sabemos demasiado poco sobre el tema, Di Meglio demostró que siempre se puede saber un poco más. Su obra está sólidamente fundamentada con las fuentes y, excepto, la primera parte de capítulo 1, su lectura se hace grata gracias una combinación de rigor y simpleza.
En la primera parte de este trabajo intentamos delinear con la mayor precisión posible las ideas principales del texto. Se prueba que la plebe fue efectivamente un actor social de importancia, pero no sólo eso. También se describen las formas de intervención y acción plebeya en relación al contexto sociopolítico de la ciudad. Sobre esta cuestión se tienen en cuenta los elementos que perduran en la época colonial y la manera en que se adaptan a las nuevas coyunturas. Por otra parte también se hace hincapié en los nuevos medios de intervención plebeya a la luz del proceso histórico abierto en 1810. De esta manera hace más inteligible el período histórico que va desde la revolución hasta el rosismo. Por último se harán las siguientes observaciones:
En primer lugar las insurrecciones armadas que intentaron atacar de frente el sistema como el caso de Haití fueron pocos. Lo que no es tan infrecuente a nivel latinoamericano es el desbocamiento y la autonomización de sectores populares armados en un primer momento por las élites, que luego comienzan a actuar con distintos grados de insubordinación a sus líderes originales y persiguen sus intereses tejiendo y destejiendo alianzas de acuerdo a su propia conveniencia. Pero esta no parece ser la regla para Buenos Aires, allí los reclamos que miembros de la plebe realizaban en forma independiente eran por lo general hechos localizados y puntuales.
En segundo lugar, ahora es indudable que la plebe urbana de Buenos Aires fue un actor socio-político de capital importancia en el marco temporal visto y estudiar su acción es importante para comprender el proceso en su conjunto.
En la segunda parte de este trabajo se intentó describir como el autor trabajo las fuentes y la bibliografía. Además de esto esposamos esbozamos comparaciones con otros autores. Las fuentes utilizadas no permitieron conocer más de cerca al bajo pueblo, su manera de pensar y de percibir la realidad. Como sostiene Di Meglio la plebe pensaba y actuaba políticamente debido a que muchos de sus actos estaban destinados a hacer persistir una situación política que era vista como favorable a sus intereses, de lo anterior se colige la identificación plebeya con la patria y el republicanismo. Estas ideas trascendieron a la élite que inicialmente las pregonó y se transformaron en box populi. Sin embargo comparando con otros sitios, los grados de agitación parecen bastante restringidos en cuanto a: Acción violenta sostenida en el tiempo se refiere y al grado de autonomización para con los agitadores provenientes de la elite. El caso más extremo es el de la Revolución Mexicana. Pero no solo son importantes, para conocer a la plebe, las grandes revoluciones. En Cuba existía también aquella resistencia cotidiana similar a la de los peones de Yucatán, con la diferencia que aquí los esclavos fueron movilizados y organizados por parte de la élite. Pero no se comportaron como esa élite hubiese pretendido. Aquí como en Brasil, los esclavos fueron tomando conciencia de que ya eran hombres libres e intentaron aprovechar su movilidad al máximo. En el caso que nos atañe, la plebe no se comportó tampoco como la elite lo hubiera deseado, pero tampoco tomaron el protagonismo ni la virulencia que se dio en México durante la Guerra de Castas o a partir de 1910.
Así como con el fin de la esclavitud no se terminaron los prejuicios raciales ni los ex esclavos se transformaron automáticamente en ciudadanos iguales, en el Rió De La Plata el proceso de transición a la ciudadanía fue largo y a la elite le costó o se negó a aceptar a los plebeyos como sus iguales (en el sentido liberal del término) a pesar de ser ellos mismos los “importadores” de las ideas de la ilustración .Como afirma Ferrer para el caso cubano, seguían existiendo barreras conceptuales entre los grupos; los "cubanos" y otro compuesto por los "negros" que no eran exactamente cubanos. En Buenos Aires los criterios de diferenciación social (el color de piel, la vestimenta, la situación material, etc.) tardaron largos años en dejar de ser preponderantes. Sin ir más lejos, la esclavitud se abolió recién en 1853. Esto no quiere decir que en Buenos Aires no cambió nada, la idea de un ascenso y un igualamiento ,y por ende una identificación de la plebe con las ideas revolucionarias, fue un hecho de capital importancia También en el Brasil se dio algo parecido, a pesar que la esclavitud ya no existía, algunos sectores veían a los negros ya no como esclavos, pero pretendían que los nuevos libres sean altamente subordinados a sus antiguos propietarios; "los negros quieren ya imponer los trabajos que deben realizar, el horario y todo lo que les parezca.”
Por último, se considera que la obra aquí revisada llena un espacio vacante en la historiografía argentina por su lucidez, por el periodo que abarca y por la temática desarrollada y hace un aporte sustancial al cooperar para una futura investigación a escala más amplia.
Podemos aplicar al bajo pueblo lo que decía Bloch sobre el pasado; “Hemos conseguido saber mucho más acerca de él que lo que tuvo a bien dejarnos dicho.”





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Aguirre, op. Cit.

1 comentario:

  1. hola

    lei la reseña acerca del libro de dimeglio

    y queria consultarte dos cosas

    primero si me autoriza a leer parte de esta reseña

    como aporte al conocimiento historiografico en un acto escolar de un instituto de formacion docente

    pero para eso precisaria que me indique su nombre y tambien actividad

    para que al leerlo lo podamos citar a ud. como autor de la reseña

    desde ya muchas gracias por su atencion

    mi mail es monicainesp@gmail.com

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