jueves, 3 de enero de 2008

DE LOS MACROMODELOS HISTORIOGRÁFICOS A LA CRISIS DE LOS PARADIGMAS:

LOS AVATARES DE LA HISTORIOGRAFÍA ENTRE 1824 A LA ACTUALIDAD.

Podemos fechar el comienzo de los denominados macromodelos en el año 1824 con la publicación de Historia de los pueblos románicos y germánicos. Obra con la que Leopold von Ranke comienza a desplegar su influencia, desde Alemania, al resto de Europa. Se puede considerar a esta fecha (Aunque arbitrariamente) como el comienzo de la historia profesional, además del gran logro que significó que la historia alcanzase el rango de “ciencia”. Ranke propuso que la historia debía preocuparse por “lo que realmente sucedió”, utilizando críticamente (comprobar su autenticidad) los documentos oficiales. “Lo que realmente sucedió” con respecto a:

Historia militar.
Principales acontecimientos.
Grandes hombres.
Historia del estado.

Esta primera corriente profesional es llamada, a veces despectivamente, “historicismo”.
A veces se suele afirmar que la historiografía del siglo XIX en su totalidad responde al positivismo. Pero no es si no hasta 1876 cuando las ideas de Comte se plasman sobre todo en Francia y Gran Bretaña. Según Arostegui es “la mas larga y persistente tradición que ha vivido la historiografía hasta hoy.” Además agrega; “Un gran paradigma, el primero” . Esta historiografía es un ejemplo de lo que se conoce como “historia tradicional” (como toda la del siglo XIX). El positivismo en historia (sistema metódico –documental para Arostegui) es la historia de los hechos. Establecidos a través de los documentos y su critica inductivista y narrativa, pero sujeto a método.
A decir verdad no se produce un verdadero cambio de paradigma entre lo propuesto por la escuela científica alemana y el positivismo. Es más, sus objetos de estudio son casi los mismos. Sin embargo cabe destacar que Ranke se negaba a formular leyes, ya que consideraba a la historia como “lo único e irrepetible”. No así el positivismo, que tomaba como modelo científico a las ciencias naturales. Los autores más representativos para este modelo son Taine y Renan.
Antes de proseguir es necesario destacar el rol que jugo la historiografía del siglo XIX en la formación de los estados nacionales de Europa y la América recientemente independizada, sobre esta ultima, un gran exponente son las dos obras de Bartolomé Mitre historia de Belgrano y la emancipación argentina y la aun más famosa Historia de San Martín y la emancipación sudamericana. Sabido es que el rol de la historia en esta época era la de formar ciudadanos en el marco del nacionalismo.
Ya a principios del siglo pasado aparecen figuras que se basan en las ideas de la sociología dukheniana. Lo que muchos autores marcan como la transición entre la tradicional historiografía y la escuela de los annales. Pero hay que mencionar que el positivismo mantiene la vanguardia hasta 1930.
Llegado este punto hace su esplendorosa aparición la escuela de los annales de historia social y económica, fundados por Lucien Febvre y “el fusiladito”. Que conservo el protagonismo hasta los años ’80 del pasado siglo, secundado por la corriente marxista británica que también hace su aparición en el periodo de entreguerras.
Aquí la historia se acerca a otras ciencias como la geografía, la sociología y la economía.
Los annales representan mas claramente que las anteriores corrientes lo que significa el macromodelo .y esta es apreciable en el énfasis puesto sobre la estructura. Con Braudel se distinguen tres tiempos para el análisis de la historia:

Larga duración (estructura).
Media duración (coyuntura)
Corta duración (acontecimiento)

Tanto annales como el marxismo dialogaron con la sociología y con la economía, aunque cada una con su estilo, muy diferente por cierto.
Resumiendo; annales historizó los procesos de larga duración, mostrando a los “grandes hombres” que evocaba la historiografía del siglo XIX como marionetas de la estructura, sin mencionar el desdén por el acontecimiento. Todo esto para tomar distancia de la tan aterrorizante “historia tradicional”. Lo que mas se le critica a esta corriente es su poca facilidad para explicar el cambio, porque estudia mas bien las continuidades.
Fechar la crisis de los paradigmas de la que hablan muchos autores es un problema. No descubro nada con esta afirmación, pero existe cierto grado de consenso en señalar a los años sesenta como el principio del fin de la hegemonía de la escuela de los annales en el campo historiográfico.
Ya a partir de los años 80 del siglo pasado se puede hablar de “historia en migajas”. Ya que luego de annales se produjo una “competencia perfecta” (hablando en términos neoclásicos) de la historiografía. En otras palabras, ningunas de las nuevas corrientes que examinaremos, ni las anteriores (que hay que aclarar que no desaparecieron sino que pasaron de un primer plano a otro mas reducido) lograron acumular el suficiente capital simbólico como para poder afirmar que obtuvieron un dominio hegemónico del campo.
Entre los 60 y 70 surgió, principalmente en EE.UU., la historiografía cuantitativa que proponía una “matematización de los esquemas”. Y ponía énfasis en el manejo de la “macro estadística”. Pero no nos detendremos aquí.
La microhistoria: Nace en Italia de la mano de Carlo Guinzburg y Giovanni Levi plantea una reducción de la escala de análisis, recuperar al “individuo”. La escritura de esta historiografía roza (o al menos posee muchos rasgos) la biografía. La microhistoria esta asociada a la antropología, ya que toma de esta su análisis de grupos “manipulables”(en el buen sentido de la palabra). Los micro historiadores critican el estructuralismo y relatan la historia desde el punto de vista del individuo, utilizan como hilo conductor de su investigación el nombre. es decir se busca en los archivos disponibles(catastros, cartas, y otros documentos) en donde pueda aparecer el nombre del sujeto en cuestión, mediante este procedimiento se intenta reconstruir las relaciones sociales en las cuales el individuo estuvo inserto y si es posible observar como los problemas estructurales afectan al ser humano de carne y hueso. Por ejemplo Giovanni Levi refleja la vida de un sacerdote piamontés del siglo XVII.
Resumiendo; esta corriente surge en paralelo con el fin del “desarrollismo”,con el fin de la estabilidad de las ciencias sociales que creían en el desarrollo sostenido e imparable de la humanidad. Esta concepción “choco de frente” con la incertidumbre que provocaron los “movimientos antisistema” como los hippie y algunos movimientos guerrilleros revolucionarios de tinte izquierdista e izquierdista _ peronista en la argentina.
No quisiera pasar al siguiente punto sin dar una rápida repasada a la corriente denominada giro lingüístico que surge en la década del `60 y pone especial atención en el lenguaje. Todos los problemas pueden ser reducidos a eso. La historia no posee, según afirma esta corriente, grandes diferencias con el relato ficcional. Aquí el estilo y la retórica le quitan protagonismo al cientificismo. El fundador de esta “pseudo escuela” es Hyden White. Él y sus adeptos proponen el retorno a la historia narrativa.
Devoto sostiene la tesis de la fragmentación en la historiografía, ya a partir de los `60 y `70 con el agotamiento de los llamados grandes paradigmas, para desembocar en lo que algunos denominan “historia en migajas”.
Roger Chartier es el icono de lo que se conoce como historia cultural. Chartier define a la cultura como un sistema cerrado de signos (En discenso con el norteamericano Robert Darton que considera a la cultura como un sistema de signos variables a través del tiempo). De esto se colige su propuesta, de Chartier, de pensar históricamente las formas y prácticas culturales y su relación.
Tanto Chartier como Devoto se resisten a la controvertida historia narrativa de Hyden White y se niegan a aceptar la similitud entre el discurso histórico y el literario. Ambos coinciden, también, en la crisis y agotamiento de los grandes paradigmas.
O sea que aquí vemos una de las tantas respuestas a la crisis del campo historiográfico encarnado en la historia cultural, la cual merece nuestro respeto.

Consideraciones finales; apología de la “Historia Tradicional”.

Cuidado que en este trabajo se esta de acuerdo con que la historia es materia varium et mutabile, pero existe un afán por lo “progre” y una moda vacía que se podría calificar de posmodernista, estos pretenden hallar el desenlace de los tiempos históricos a la vuelta de cada esquina ¿O acaso los individuos del siglo XV notaron el cambio entre la edad media y la edad moderna? Lógicamente la respuesta es no, esos cambios se perciben a la distancia. Lo que este grupo tan controvertido intenta “sacar de la galera” es un nuevo paradigma que logre acumular cantidad de capital simbólico suficiente para tener el orgullo de ser el gran nuevo paradigma del sigloXXI. Un claro ejemplo de esto es el giro lingüístico ¿A quien le parece saludable y correcto negar la diferencia entre novela e historia? horresco referens.
En fin la tesis es la siguiente; lo propuesto por L.V. Ranke (estudiar lo que sucedió realmente) es una condición sine qua non para hacer historia o a lo sumo será un mal necesario, ya que los marcos teóricos solo son una herramienta para describir la realidad y no son, en historia al menos, útiles por si mismos.Y la historia del siglo XIX respondía a su contexto, como también lo hace la actual: eso es la historia; la ciencia del contexto.



Bibliografía.
Hourcade, Godoy, Batalla, Luz y contraluz....
Levi, G. La herencia inmaterial, Nerea, Madrid, 1985
Guinzburg, Poni, El nombre y el como.
Arostegui, J. La investigación histórica, Critica, Barcelona, 2000.
Chartier, R. El mundo como representación, Gesica.
De Certau, M. Hacer la historia.
Bourdieu, P. El campo intelectual: un mundo aparte.

Autor: Emilio Javier Tomassini.

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