sábado, 30 de enero de 2010

Bindé Jeromé, “El porvenir del tiempo”, en Le Mondé Diplomatiqué, junio de 2002. Síntesis y algunos comentarios.

POR EMILIO TOMASSINI
¿Qué esta pasando con la concepción social del tiempo? ¿Por qué todo es tan volátil y efímero? ¿Por qué las cosas pasan de moda con una rapidez casi estúpida?
El autor francés citado nos puede ayudar a elucidar algunas respuestas. Según publicó en Le Monde Diplomatique a partir de la teoría de la relatividad de Albert Einstein se rompió la tradicional concepción uniforme, absoluta, universal y neutra del tiempo, imponiéndose el concepto de espacio- tiempo.
Esta idea de tiempo asociado a la incertidumbre será el acontecimiento significativo del siglo XXI, ya que los parámetros habituales han sido trastocados: una autentica crisis del tiempo social y cultural. Por ejemplo, el conocimiento que tenemos del tiempo parece estar progresando hacia una descomposición cada vez mayor hacia lo infinitamente breve (Segundos, décimas de segundo, centésimas de segundo, etc.) Esto es lo que Bindé llama “la contracción del tiempo”.
En el campo historiográfico la aceleración de los tiempos produce una desaparición o mutación de los objetos de estudio, que muchas veces son reemplazados por otros cada vez en menos tiempo. Esto, como es sabido, comenzó con lo que Eric Hobsbawn conoce como la doble revolución de fines del siglo XVIII y aún no hay miras de que se detenga.
En el campo laboral también se observan reflejos de esta problemática, de esta revolución silenciosa: Hoy el trabajo es escaso debido, fundamentalmente, a un factor que se puede desdoblar en dos partes; La primera y segunda Revolución Industrial y por una tercera que según el autor, estamos viviendo hoy. Más allá de esto, lo importante es señalar que el lazo que unía el tiempo con el trabajo se está aflojando peligrosamente. El problema del desempleo debería ser considerado como la crisis del trabajo. Crisis, además, debido a que el que tiene la fortuna de poseer un empleo, este le acarrea más estrés que satisfacciones.
Ante esta situación, Bindé plantea que si queremos modificar nuestra relación con el tiempo debemos unificar los objetivos a largo plazo con las decisiones en el presente. Puesto que la globalización y las nuevas tecnologías solo imponen un horizonte a corto plazo. La “urgencia” con la que vivimos hoy desestructura el tiempo y deslegitima las utopías.


En palabras del autor:
“Se ha producido una revolución […] en la concepción científica del tiempo”

“…El tiempo no tiene futuro, sino futuros.”

“…La caducidad corroe el tiempo de la historia, el tiempo de los grandes ciclos y los ciclos de la vida humana”


“Si queremos modificar radicalmente nuestra relación con el tiempo en este principio del siglo XXI, tendremos que redescubrir una sabiduría antigua: habitar el tiempo […] y saber reencontrar el tiempo perdido”.

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