jueves, 3 de febrero de 2011

Preludio para comenzar a debatir si “¿Es el Antiguo Testamento una fuente histórica?”

Responder un interrogante de esta magnitud es una tarea titánica imposible de abordar aquí. Es más, los doctos en la materia (los cuales son muy pocos y yo tuve la fortuna de ser alumnos del Doctor Bernardo Gandulla) no han llegado siquiera a un acuerdo mínimo.
¿Qué se puede decir, entonces, en estas líneas? Describir las dos principales “corrientes” que han dado forma a los debates actuales sobre tan controvertido tema.
Dejaremos fuera del debate aquellos que se inclinan a pensar que las narraciones bíblicas son verdades al 100%. Recordemos que tratamos un debate científico, no de fe o teología. Es decir, hablamos de las escrituras como fuente histórica que nos permitirían conocer ciertos aspectos de la vida de las sociedades del Antiguo Cercano Oriente.
Unas precisiones más; La Biblia tal como la conocemos hoy es un texto de redacción tardía que va entre el período helenístico y el siglo I de nuestra era. Es decir entre el (c.) 323 A. C. y el año 100 D. C. Estos redactores y copistas muchas veces no comprendieron o acomodaron la información de acuerdo a sus propios contextos.

LOS LLAMADOS MINIMALISTAS.
Para los llamados minimalistas, que ellos no se consideran parte de una corriente, sino que es el apodo que le colocaron sus adversarios, la Biblia carece totalmente de valor histórico. Sus principales argumentos son los siguientes:
La historia de los territorios que rodean Palestina se apoya en fuentes totalmente ajenas a la Biblia, como la arqueología y las analogías antropológicas y lingüísticas. Además la Biblia no tiene criterios de historicidad y, a lo sumo, es una colección secundaria de tradiciones. Por último, sostienen la idea de que en la historia del Antiguo Cercano Oriente (sobre todo los territorios nombrados en la Biblia) entran en juego factores e intereses actuales: Luchas políticas, étnicas y/ religiosas (Como los conflictos entre Palestinos e Israelitas). Por último y en conjunción con lo anterior, los así conocidos, afirman que sus opositores desconocen las evidencias arqueológicas y defienden intereses actuales con el disfraz de un debate histórico.

LOS MAXIMALISTAS
No están de acuerdo en negar a priori la posibilidad de usar la Biblia como fuente histórica. Proponen usar el método de la reconstrucción para separar lo “histórico” de lo “accesorio”. Consideran que el Antiguo Testamento no es una fuente “genuina”, es decir de primera mano. De la misma manera creen están convencidos de que la Biblia poco se asemeja a un libro moderno de historia, sin embargo posee tradiciones folclóricas que pueden tener un fondo histórico verdadero. Es decir que las sagradas escrituras pueden contener algunas informaciones históricas válidas. Por último, señalan que varios sitios, como Jerusalén y Samaria entre otros, fueron varias veces destruidos y vueltos a construir. Y muchas veces se utilizaron los escombros en las reconstrucciones. Pero esto no es todo, también se suma otra dificultad, algunos sitios están habitados en la actualidad y esto dificulta su exploración arqueológica. Por esa razón, en muchos casos, la Biblia no es solamente la mejor fuente, sino casi la única.
Emilio Tomassini (UNLu)

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